viernes, 31 de julio de 2009

Lo ignoro

En el blog de Lammermoor, cuenta la muchacha que ella es archivera, y que está harta de oír

- ¿Archi quéee? ¿Lo cualo?
(leedlo mejor en su blog)

Contaba también que una vez fue a pedir la tarjeta (de crédito) de la cadena de supermercados "Califragilístico" (vale, es posible que fuera la de otro sitio) y que, al final le dijeron

- Aaaaaaah, que eres funcionaria.

Yo creo que lo mejor en esos casos es contestar creativamente:

- Soy tornera fresadora

- ¿Y qué haces?

- Fresas

- Y cómo se hacen las fresas?

- Muy fácil, papá pone una semilliiiiitaaaa, bueno se lo resumo, que al final nacen unos frutos, se recogen, etc...


También se puede incluir una nota de humor

- Soy tatuadora

- ¿De verdad?

- Nooooo, qué vaaaa, es un broma ¿Cómo voy a ser tatuadora? ¿Qué gente más rara, no?

- Ja, ja, sí ¿y qué eres entonces?

- Profesional liberal del sexo

Y a ver si tiene narices de preguntarte que qué es eso.

Eso sí, habría que considerar si no vas a tener más posibilidades de que te den una tarjeta de crédito si dices que eres funcionaria.

Y el que avisa no es traidor. Lo he dicho muchas veces: el que avisa podrá ser asesino, violador, genocida, concejal de urbanismo... pero traidor ¡Eso nunca!

Lo de "tornero fresador" se me ha ocurrido, porque hace años, cuando aún se buscaba trabajo en el periódico, veía muchísimos anuncios de "Se busca tornero fresador".

No sé... a lo mejor nuestro país es una potencia mundial en el mundo de "la fresa".

¡¡Claro, de ahí la envidia de los franceses, y por eso nos las tiran en la frontera!!

¿Que eso no pasa hace 15 años?. Ya, pero es que yo "perdono pero no olvido".

Diculpadme porque no sé si he utilizado correctamente esta frase.

¿Significa algo así como "te perdono, pero si una mañana te encuentras una cabeza de caballo en la cama, no te sorprendas."?

Por cierto, a ese tío se le debieron quedar las sabanas hechas un asquito ¿y el colchón? ¿lo tuvo que tirar? Porque la sangre de caballo debe salir fatal, no?

Pues eso, que yo con los franceses, soy como los de Móstoles, y todavía estoy dudando si les perdono lo del Dos de Mayo, o sea que lo de las fresas me dará juego 185 años más, por lo menos.


Siguiendo con el tema de las ofertas de trabajo que veía en los periódicos en mi juventud, en aquellos tiempos también había muchas de "Visitador Médico", que creo que son esas personas humanas que han llenado todas las consultas médicas de España de calendarios de "Memorex" y tacos de notas de "Nervo Calm" (homenaje a Quino)

En fin, que los problemas con tener que explicar si eres archivera, archivadora o archidiácono (qué bueno, no? "Soy archidiácono"), provienen de la ignorancia.

Se suele decir que "la ignorancia es muy atrevida", pero nunca dicen lo graciosa que es.

Porque seamos sinceros (y no traidores, por favor), todos nos reímos de la ignorancia de los demás, y curiosamente, no de la nuestra, que se ve que no es tan graciosa.

La ignorancia da para "muchas risas":

Ejemplo 1. Barrio de Triana (Sevilla), finales del siglo XV:

- ¿Conoce vuesa merced a Rodrigo el marino?

- ¿Ese que tiene muy buena vista? Sí

- ¿Pues no dice el muy suleimán, que se va a embarcar en una caravela y que va a ir a las Indias dando la vuelta a la tierra, que dice que es redonda?

- ¿Redonda dice? ¡Cómo me voy a reír cuando el barco se despeñe por el acantilado en el que acaba el océano!¡O cuando los devoren los monstruos marinos de los confines de la tierra!

- No, si no va un barco, van tres.

- Pues más me reíré, pardiez. Jo, jo, jo

Nota histórica: El sentido del humor del Renacimiento español, puede parecer un poco salvaje, a día de hoy, mismamente los Reyes Católicos, les gastaron una broma a los judíos, graciosísima.

Es decir, por una parte nos reímos de la ignorancia de los demás, pero también tendemos a reírnos de lo que no conocemos, o sea de lo que ignoramos.

Y así, con solo el cambio de una preposición, pasamos de reírnos de la ignorancia (de otros), a reírnos por la ignorancia, por la nuestra, en concreto.

Pues eso, que incluso en la misma situación, uno puede estar riéndose de la ignorancia, sin saber de quién es.

Ejemplo 2.

Como a los once años, tenía una compañera de clase que llevaba una chapita de AC/DC. Un día le dije:

- Anda ¿te gustan eisi-disi?

- Quéeeeeeeee, que si me gusta quéeeeee?

- Acé Decé, el grupo

- ......

- El grupo de música del que llevas una chapa (desde hace 3 meses)

Me miró como se mira a un niño pequeño que dice "Mi papá es tan fuerte que puede a Supermán" y me contestó con una sonrisilla de condescendencia

- ¿Esto? ¿esta chapa? Esto no es ningún grupo de música

- ¿Y qué es?

- No es nada, mujer, es solo algo que ponen las chapas, en las camisetas, pero es solo eso: cuatro letras "ACDC".

Es decir, cada una se rió de la ignorancia de la otra:

Ella ignoraba que existiera un grupo que se llamaba así, y yo ignoraba que ella, que ella... ignoraba (tanto).

Yaaaa, ya sé, que reírse, reírse, solo se hace abiertamente cuando eres pequeño y cuando eres mayor ya se disimula más, excepto cuando llevas 27 copas de la barra libre, de la fiesta navideña de la empresa.

Eso me recuerda una anécdota ne la que están implicadas ignorancia y cena de empresa.

Fue una vez, que le dije a uno, después de cenar "Vaya porquería de restaurante, eh?"

Y cómo nos reímos de la ignorancia, en concreto, de la mía, que ignoraba que el restaurante, lo había escogido él.

Aunque ahora que lo pienso, quizá no nos reímos tanto.

lunes, 27 de julio de 2009

El zapatero y los duendecillos

Érase que se era un pobre zapatero (por favor, lecturas políticas, no) que trabajaba sin desmayo, afortunadamente para él, porque eso de desmayarse no mola nada, a menos que seas una dama de la corte del rey ese de las sillas (Luis XV).

Aunque era muy diligente, cuando llegaba la Navidad, nunca tenía sus encargos a tiempo (oh, cielos, cuántas interpretaciones admite este cuento).

Esto ocurría, porque en esas fechas tan señaladas, señaladas generalmente en rojo, por muchos encargos que tuviera, siempre encontraba un ratito para hacerle marionetas, títeres y muñecajos en general, a los niños pobres, que agradecidos , solían exclamar cuando los recibían:

- ¡Jo, yo quería una Play!

Es lo que tienen los niños, que son sinceros, a la par que sinceros.

El pobre hombre, no ganaba para materiales para los muñecos, además al no conseguir acabar los trabajos de pago, se encontraba con un evidente rechazo por parte de los clientes, y con la consecuente disminución del volumen de negocio.

Lo de que viene llamando un negocio rendondo, vamos.

Y aquí le tenemos, en la Nochebuena, con todos los muñecos terminados, y todos los zapatos por remendar.

Así que el hombre se dispuso a pasarse toda la noche trabajando, para poder acabar todos esos zapatos que la gente quería estrenar en navidades, o mejor dicho, dar el pego de que eran nuevos.

- Bueno, por lo menos me libraré de la infame programación de esta noche, que estoy cansado de que Raphael me felicite las fiestas con eso del orgullo y la satisfacción....
(era muy mayor, y ya se le mezclaban las cosas en la cabeza)

Así que se preparó unos unos cafeses y unos tentempieses, preparó todos los avíos propios del ramo zapateril (si hubiera sido un platero, podría decir que tenía un yunque llamado tas, pero no siéndolo, pues no sé qué decir), se ajustó los lentes y ... se quedó completamente dormido.

A la mañana siguiente le despertaron los alegres sonidos típicos de la mañana de Navidad:

Una alegre versión de "Ande, ande, ande la marimorena" cantada, o más bien despellejada, a capella por las voces más aguardentosas del barrio, de unos que no se habían acostado todavía.

Se llevó las manos a la cabeza horrorizado, pensando que no podría servir sus pedidos, y también por lo mal que cataban los borrachos de su barrio.

Sin embargo, para su sorpresa, vio como todos los zapatos que tenía que haber arreglado aquella noche, estaban completamente acabados, y más lustrosos que ... algo que esté lustroso y que ahora no se me ocurre.

- ¿Será que trabajo en sueños?

Pensó el honrado artesano, pero lo único que recordaba de los sueños de aquella noche, era algo de unos peces que bebían y volvían a beber insistentemente, lo que le dió unas ganas terribles de ir al baño.

Así que ese año pudo satisfacer a sus clientes, que muy agradecidos, le dejaron como propina una caja de mazapanes de la cesta del año pasado.

Esto siguió ocurriendo durante dos años, hasta que la tercera nochebuena, el hombre decidió que esa noche, se mantendría despierto, aunque para ello tuviera que beberse todos los red-bulls del mundo.

Así que se tomó uno y dijo
- ¿Quién ha hecho esta extraña mezcla entre la gaseosa y el jarabe de mi infancia?

El mejunge hizo su efecto y aquella noche, aunque fingió estar dormido, vigilaba lo que ocurría en su taller:

En cuanto se le cayó la cabeza a un lado y empezó a roncar fingídamente, oyó unas irritantes vocecillas de pito que hablaban entre sí.

- Venga chicos, a trabajar, tenemos que ayudar al generoso zapatero que tanto ha hecho por los niños.

- Jo, yo no quiero.

- Venga hombre, si es solo una noche, a partir de mañana serás la alegría de una criaturita angelical, que te abrazará, te besará y a continuación, te arrastrará por toda la casa, cogido de las piernas.

Más tarde dará golpes con tu cabeza a un Transformer para ver quién gana, y si consigues sobrevivir dentro de 6 meses, acabarás roto y lleno de polvo en un desván, olvidado para siempre jamás.

- Hombre, planteándolo así, sí que dan ganas...

El zapatero, no se lo podía creer, unos duendecillos se habían encarnado en los muñecos que había confeccionado.
Y se levantaban, y hablaban, y lo más increíble es que se disponían a trabajar toda la noche, sin contrato, ni seguridad social, ni nada!

- Todos juntos, chicos, cantemos algo para animarnos.
- Aijoooo, aijoooooo,
al zapatero a ayudar??

pero dejaron la canción por miedo a una demanda por plagio, y porque no podía ser más cacofónica, la verdad.

Uno propuso cantar un villancico, otro el himno del Madrid, y a las 12 y media, ya no se hablaban entre ellos.

Fuera como fuera, siguieron trabajando en los zapatos, y antes del amanecer, todo estuvo acabado.

Así que el zapatero se hizo el tonto, y siguió dejando el trabajo para última hora, con la sana intención de que otros le sacaran las castañas del fuego (he dicho ya que era español?).

Eso sí, a partir de aquella noche, introdujo unas pequeñas variaciones en el diseño de los muñecos, para facilitarles el trabajo, con lo cual, a partir de entonces, cada vez que un niño recibía un regalo decía

- Jooooooooo, Papá Noel me ha traído otra porquería de muñeco-zapatero ¡Yo me paso a los Reyes Magos!

miércoles, 22 de julio de 2009

El por qué de las redacciones de "Mis Vacaciones"

Voy a plagiar de la manera más descarada el comentario de Homo Libris sobre la entrada anterior:

"...ay, el tiempo pasado, cuando al regreso de las vacaciones nuestros maestros, con ánimo de entretenernos un ratejo más y prolongar las suyas, nos (im)ponían la tarea de redactar cumplidamente nuestras aventuras veraniegas. ¡Y quién decía que nos habíamos pasado las noches tirando globos de agua a los gatos callejeros y subiéndonos a los árboles a coger ciruelas! Pues nada, que el verano había sido divertido, repasando con los cuadernos de Vacaciones Santillana y visitando a nuestras tías y abuelos. :D"

Así que ahora voy soltar mi propio rollo sobre este tema de las redacciones post-vacacionales.

Efectivamente, en mi infancia sospeché repetidamente que ese entusiasmo del profesorado por nuestras actividades durante el período vacacional, tenía gato encerrado.

Creo que el gato en cuestión se llamaba "Mañana primer día de clase, pues nada, les coloco una redacción y ya está".

Que es lo mismo que animaba aquello de "Vais a poneros nota vosotros mismos, como un ejercicio de autoevaluación, etc..."

¿Artera maniobra para enmascarar una posible resaca?
¿Vivo interés por los resultados deportivos?

Volviendo al tema de las redacciones de "Mis Vacaciones", yo las odiaba porque mis vacaciones (salvo excepciones) no podían despertar envidia ni entre la población reclusa (y sé de lo que hablo).

Si hubiera sido sincera hubiera escrito

"Mis vacaciones de Verano:

A pesar de que la pésima experiencia de "Mis vacaciones de Semana Santa" no presagiaba nada bueno, he decir que en estas vacaciones he conocido cotas de aburrimiento inimaginables para el ser humano hasta ahora.

Mi aburrimiento ha llegado a tal punto, que ha habido momentos en los que he estado tentada de hacer el "Vacaciones Santillana", pero tranquilidad: al final me he conseguido contener y hasta anoche a las 9 no rellené una línea.

Así que en vista de los hechos arriba expuestos, y cara a ahorrarnos ambos los bochornosos futuros capítulos de "Mis vacaciones" ¿por qué no me exime de este lamentable ejercicio?

Que yo, si veo que me pasa algo interesante, ya se lo cuento ¿Vale?.

Por cierto, no sé si se habrá dado cuenta, pero como con el aburrimiento te dan ganas de picar, creo que estos días, me he comido un diccionario."

Y es que cuando eres pequeño, tienes una gran capacidad de aburrimiento, y cuando te aburres, se lo tienes comunicar a toda la humanidad, y vas por tu casa repitiendo

- Me aburro
- Me aburro.
- Me aburro. ¡Mea-burro! Ji-ji, mea-burro, mea-burro, mea......

Venga, confesad ¿quién no ha dicho esto en su infancia, y se ha sentido tan gracioso como, por lo menos, Beny Hill?

De mayor, esto del aburrimiento cambia mucho, yo ahora solo me aburro en una sala de espera (si no llevo un libro), o en el trabajo, bueno... ahí me aburro mucho.

Alguna vez le he dicho a un compañero:

- ¡Qué aburrimiento!
- ¿Es que no tienes trabajo?
- Sí, tengo mucho trabajo, pero ¿es que a tí tu trabajo te parece divertido?

Hombre, yo respeto cualquier opción, pero me sorprende que lo digan, así, alegremente, en público, sin ningún recato.

Yo creo que a partir de cierta edad, no hacer nada deja de ser aburrido y pasa a ser algo muy distinto:

A los 8 años: No tengo nada que hacer esta tarde ¡Qué rollo!
A los 38 años: No tengo nada que hacer esta tarde ¡Qué maravilla!

Puede ser que te lo hayas pasado muy bien, pero que mientas en tu redacción, por los motivos que apuntaba Homo Libris.

"En estas vacaciones he ido a mi pueblo y me lo he pasado pipa apedreando animales desprevenidos, robando melones y además
¡Mi primo me ha enseñado a fumar!
¡Ha sido el mejor verano de mi vida!"

Esto es posible que hiciera mucho por tu imagen ante tus compañeros, pero te lo ahorras, por no darle un disgusto a tu profesor.

No siempre el verano en el pueblo era tan idílico:

"Este verano he ido al pueblo y cada vez que salía a "la calle" (la única que tiene), cada 5 metros aparecía una viejecita vestida de negro (para mí que era siempre la misma), me paraba y me decía

- Y tú ¿de quién eres?

Según mi madre, debo decir que soy propiedad privada de una tal Antonia "la forastera".

Al principio no sabía ni quién era esa señora, después me dijeron que mi abuela se llama Antonia, y que aunque ella no ha salido del pueblo en su vida, al parecer su padre fue el último en instalarse en el pueblo, cuando Fernando Séptimo llevaba paletón (que tampoco sé lo que es).

Lo que no me han dicho, es en qué momento mis padres me vendieron a mi abuela. ¡Quién sabe qué más oscuros secretos existen en mi familia!

Después de esto, las señoras esas arrugadas me daban unos besos que no me gustaban nada, pero aunque intentara zafarme, no podía, porque tenían más fuerza de la que parecía y me inmovilizaban, cogiéndome la cara con las manos, mientras decían:

- Pero qué rico eres, jodío!!

Ahora ya sé por qué se llama "Castilla La Vieja"

También había gente que hacía más o menos lo mismo en cualquier parte donde fuera:

"Estas vacaciones me he pegado con mi hermano en Madrid, en el coche, en Gandía, en el pueblo.
En Julio decían mis padres que el año que viene, nos mandaría a un campamento, en Agosto decían que a un internado y anoche que a un reformatorio.

Así que el curso que viene ya le contaré qué tal me ha ido, pero yo creo que lo pasaré bien, con tal de que no me separen de mi hermano. Que si no, a ver con quién me pego yo."

jueves, 16 de julio de 2009

Redacción: Mis Vacaciones

Estas vacaciones que ya se acaban, fui a la playa, donde conocí a unos chicos súper simpáticos y nos hicimos muy amigos. Montamos un grupito de los más majo.

Nos veíamos todos los días, cogíamos las bicis y nos íbamos por el pueblo y alrededores, mientras silbábamos una canción que nos habíamos inventado.

Nos pasaron magníficas aventuras como que a una de las chicas le vino la regla por primera vez, o que nos perdimos en una cueva ¡qué historias!.

Conocimos a una pintora, que era muy simpática, pero que pintaba unos cuadros súper grimosos de una muñeca rota y no sé qué otras cosas mal rollistas.

También nos hicimos muy amigos de un personaje pintoresco de la zona: un viejo pescador que vivía en un barco anclado en una huerta. ¡Ya sabéis, el clásico barco que te encuentras en medio del campo, no me diréis que eso no lo habéis visto nunca!

Al final nuestros padres empezaron a preguntarse por qué un anciano se juntaba tanto con menores y huyendo de los malos rollos me fui de ahí y me trasladé a la Costa Azul.

Lo primero que hice fue alojarme en un hotel alucinante, y por la noche ir (monísima de la muerte) a un casino. Como ocurre cada vez que vas a un casino, me bastó con estar como 3 minutos en una mesa para ligar con un hombre con smoking.

Es muy fácil: apuestas algo, le pones ojitos al que tienes en frente, cruzáis dos frases estúpidas, y todo hecho. Ejemplo:

- Además de ser una mujer atractiva, veo que no tiene miedo a apostar fuerte.
- Veo que usted también apuesta fuerte, señor Bond.
- ¡Vente conmigo a la era, zagala!

Que sí, que lo he visto en las películas.

Bueno, pues dicho y hecho, pero no se llamaba Bond, era un guapísimo conde italiano llamado Paolo de Noséque, en concreto Noséque-ini.

Paolo era guapísimo y me llevaba por ahí en su descapotable por ahí, mientras me decía

- Tu sei bellisima, tu sei bellisima, tu sei bellisima

- Y tú, un poco cansino, pero te lo voy a perdonar porque al fin y al cabo, solo eres producto de mi imaginación.

Todo iba de maravilla, hasta que encendió el equipo de música, y me puso la discografía completa de Eros Ramazzoti. ¡Noooooooooooooooooooooo!

Tuve que salir corriendo del coche, aprovechando que nos cruzamos con el rebajo ese de ovejas que aparece en todas las carreteras comarcales de Francia (como todo el mundo sabe).

Corrí por la carretera, hasta que me recogieron los ocupantes de una furgoneta Wolswagen de los años 70. Eran unos chicos muy agradables, aunque poco afectos al champú, que me dijeron que si quería podía acompañarles a Ibiza, donde se dedicaban a bailar el trompo al atardecer, en las playas más concurridas.

Así que cogí el ferry con ellos y allá que nos fuimos. Al principio todo me parecía muy guay, pero pronto se impuso la cruda realidad:

- Lo de la peonza esa, nunca conseguí hacerlo bien.
- Su selección musical no era mucho mejor que la del italiano, además nunca conseguí diferenciar el trance, del dance y con el chill out, me entraba sueño.

En fin, que al final también me fui, dejándoles en una macro fiesta de la espuma, después de resbalarme por 4ª vez consecutiva. Por cierto que me sorprendió su afición por esas fiestas, que que hubiera jurado que la limpieza no les entusiasmaba....

Al final me cogí otro ferry hasta España y allí me dispuse a pasar unas tranquilas vacaciones en el apartamento familiar, pero me dio un tirón en la espalda horrible y tuve que ir a un fisio de urgencia, que me curó y me dijo que no me pusiera más las chanclas ni otros zapatos planos que me descuageringaban la espalda (descuageringar: término médico).

Así que me pasé el resto con las sandalías de "tres dedos" de tacón, puestas, aunque llevara el camisón, me prepara para ir a la playa, o cualquier otra situación en la que llevar zapatos es absurda.

Un día me estaba dando la crema protectora (el bloqueador) con el bikini puesto (al final mandé al bañador con la lycra fuerte a freir monas, harta de que no se me secara ni a tiros, y me compré un bikini normal y corriente) con los tacones puestos y dije

- Parezco una Miss filipina

En ese momento llamaron a la puerta y al abrir, vi a un señor acompañado de unos hombres de uniforme que me dijo

- Soy un representante de la embajada filipina y he de decirle que encuentramos ese comentario muy ofensivo (y que las filipinas no tienen ese cuerpo botijo).

Así que me detuvo y me he pasado el resto de mis vacaciones en una prisión filipina de donde me han dejado salir para que me reincopore a la oficina, que francamente, no sé qué es peor.

viernes, 3 de julio de 2009

Sigo de vacaciones (El bañador)

Pues sí, estoy de vacaciones y mañana, por fin, me voy a la playa.

Estos días, como de costumbre, en vez de parecer que hago la maleta para una semana, parece que estoy preparando "La Gran Evasión".

¿Por qué todos los años tengo que comprar tantas cosas? ¿Qué haría si hiciera un viaje realmente largo y aventurero? ¿Cuánto tiempo estaría preparándolo? ¿Alguién se acuerda de lo que se llevó Willi Fogg? Claro, como se encargaba de eso Rigodón...

Llegado este momento, uno desempolva la toalla de la playa (qué poco uso ha tenido la pobre) y otros viejos conocidos, como esas chanclas que me regalaron cuando fui a ver una película francesa (qué pasa? fue así) y que destiñen. ¡Estos franceses! mucho paté y mucho perfume, pero no saben ni hacer chanclas ni insultar a los serdos, ni nada.

Es pues el momento en que te das cuenta de una gran verdad, algo que las grandes multinacionales nos han querido ocultar y que ya va siendo de decir públicamente ¡los bañadores encogen!.

Sí, sí y cuántos más años pasan, más se encogen, debe ser algo del tejido, seguro!

Así que en estos días me he visto obligada a comprar otro bañador. Lo primero que hay que decir, es que mientras estaba en la tienda, entraron otras 3 mujeres que también buscaban bañador y decían más o menos la misma frase

- ...que sujete bastante, por favor

También se admite "que me recoja un poco/mucho" (según el optimismo de la clienta).

Y es que otra verdad que hay que sacar a la luz, es que a partir de ciertos años (y sobre todo, kilos) a la gente se nos van cayendo los michelines por ahí.

Normalmente con la ropa, no pasa mucho, pero claro, en la playa, estaría feo que se te cayera una lorza al suelo (además se te mancharía de arena, que luego quitarla, es un engorro). Después estás en la playa

- Perdone señora, pero me parece que esa chicha que ha cogido del suelo es mía.
- Uy, disculpe, pensaba que era mía.

En fin, que sería un lío impresionante, que se nos fueran cayendo las carnes por ahí, por eso nuestra obsesión en encontrar bañadores que nos las sujeten, recojan o impidan tener que ir a Objetos Perdidos de la playa a buscarlas (en vuestra playa no hay ese puesto? ni guillotina en vuestros trabajos? Qué raritos sois, no?).

La pega de los bañadores que impiden la caída de la masa corporal en público, queda definida en esta otra petición de una clienta

- Quería un bañador... pero que sea juvenil, por favor.

Efectivamente, esos bañadores tienen un diseño tipo suegra horripilante, yo suelo decir "que no sea de señora" y últimamente (más realista) digo "que no sea MUY de señora".

Así que ahí me tenéis probándome bañadores, con los calores de la muerte, y oyendo esas palabras que no quieres oir jamás cuando estás en un probador.

- Menganitaaaa no abras esa cortina, que no es ese probador (a una niña muy pequeña)

Hombre por Dios, que no lo digo por mí, es que no quiero yo que esa criatura sufra traumas!

En fin, que una vez más la maldición se produjo y quedaron tres bañadores finalistas, el mayor heredó el molino... no espera, no.

Uno era "juvenil", y bastante mono... en la percha, porque puesto conseguía el efecto de tres barrigas (no sé, yo me las he contado en casa, y juraría que tengo una sola).

Por algún extraño motivo mientras me miraba en el espejo, me daban ganas de secuestrar a la Princesa Leia, no sé por qué.

El segundo "recogía" y "disimulaba", sobre todo disimulaba que no he cumplido todavía los 65, que era la edad que parecía que tenía, que si te llevas a tu tía la monja a la piscina, se pone ese, seguro.

El tercero era el más-mejor, pero yo diría que me quedaba pequeño, hasta que la dependienta me aclaró que no, que no me quedaba pequeño, que es que tenía "la lycra muy fuerte".

Esos son los términos que me gusta descubrir en los vendedores, como
- Para unos zapatos que te quedan pequeños: "la piel cede"
- Cuando no te gusta un floripondio que lleva un vestido: "es la gracia del vestido"

Tanto me insistió que al final accedí a volver a probármelo, mientras luchaba para volver a encajármelo (con gran esfuerzo), oigo que me dice

- ¿Ya te lo has puesto?
- No, todavía no, es que estoy luchando con la lycra

A puntito estuve de añadir "que es tan fuerte que me puede la tía", pero me callé, porque me he dado cuenta de que este sentido del humor, no es como la Master Card, vamos que no se acepta en todo el mundo.

pd. Como véis me he contectado brevemente, con tiempo para poco, pero os dejo esta entradita esperando que me disculparéis errores de todo tipo, como yo disculpo al chaval que se ha puesto en el puesto de al lado de la biblioteca, a oir chunda-chunda.

No, mentira, no le disculpo ¡Me voy a por la guillotina!