lunes, 27 de mayo de 2013

Operación bañador de cuerpo entero (y II)

¿Sabéis esas películas en las que alguien vuelve en sí, después de una anestesia, oyendo "Despierta, despierta"? Pues si antes había vivido la escena en la que vas en una camilla y vas viendo como pasan las luces de los pasillos sobre ti, esta del "despierta, despierta" nada, que no la viví.

Lo primero que escuché era a una enfermera contándome algo, como si fuera una conversación que estuviera manteniendo conmigo, pero que yo no recuerdo haber mantenido. Y si algo me da rabia es ¿qué narices me estaba contando aquella mujer que yo no recuerdo? ¿Sería dónde estaba oculto el tesoro pirata? Ya sabéis, el típico tesoro pirata que está enterrado en todos los hospitales público madrieños.

De ahí que estén tan disputados.

Llamadme mal pensada pero yo creo que más bien debía ser algo del tipo "Y yo le dije que hay que ver que parece que siempre me tocan a mí los turnos de fin de semana y que no veo que a Mª Carmen le toquen nunca y que...", o sea que utiliza vilmente a los pacientes semi-inconscientes para sus sucios fines personales: Darles la chapa sin que se puedan defender.

Eso pensé, vale mentira, pensé que o bien había despertado bien de la anestesia, o bien había muerto y mi alma había quedado atrapada en un cuartito que había al lado del pasillo donde había esperado tanto a que me pasaran al quirófano, donde el ponerme la anestesia y dormirme, había llevado como tres minutos en total.

Y que me había quedado atrapado en la tierra porque tenía un asunto pendiente, y que ese asunto era ¡las gafas! ¡que me dieran mis gafas! Porque a mí morirme, bueno, pero estar toda la eternidad con ese camisón y sin las gafas, eso sí que no.

Me subieron a la habitación y ahí mi hermana me contó que la cirujana la había llamado (sí, sí, había llamado por teléfono, dentro de poco a los familiares les mandarán un guasap con caritas sonrientes si todo ha salido bien) para decirle que la operación se había complicado, pero que no hacía falta que desalojara la habitación porque yo seguía viva (y reclamando mis gafas)

Yo no me enteré mucho de lo que me contó, puede que porque todavía estaba medio dormida, y puede que porque estaba preguntándome cómo le había dado tiempo a cambiarse otra vez de sexo al cirujano/a.

Resumiendo: la vesícula en cuestión resultó ser de lo más huidiza, y en vez de producirse la limpia y breve laparotomía, hubo que perseguirla con un bisturí por todo mi cuerpo humano y respecto al misterio de los cirujanos, os diré que no me había operado el Barón Ashler  sino un cirujano y una cirujana, y juraría que ninguno se quería quedar sin dejarme un recuerdo con el bisturí, porque ahora tengo cuatro cicatrices preciosas en mi tripita.

Cuarteto cicatrizal éste que es mejor que no tome el sol, motivo por el cual tengo que volver al bañador de lycra fuerte (o débil, pero bañador) quiera o no.

Durante aquel primer día, en el hospital recibí varias visitas y llamadas que recuerdo muy someramente, aunque al parecer yo respondía como si supiera de lo que estaba hablando, o sea, más o menos como de costumbre.

He olvidado casi todo de aquellas conversaciones, lo que no creo que pueda olvidar es cuando vino mi sobrino, de nueve años y me preguntó

- ¿Dónde está la vesícula?
Ya estaba yo pensando cómo iba a fingir que sabía en qué lugar del cuerpo se encontraba habitualmente tan puñetero órgano, cuando terminó la pregunta
- ¿En la basura?

Yo antes de que me operaran, no podía entender por qué a tanta gente le gusta contar a todo el mundo cómo fue su operación de tal o de cuál, pero ahora sé que en el momento que sales de un quirófano, entras en una hermandad cuya primera norma es contarle a todo el mundo cuánto te tiraban los puntos, de qué sexo, o sexos, era tu cirujano y otras cosas igual de interesantes ¡o aún más! como cuando y qué comiste en el hospital

A los que no os han operado no os puedo explicar qué nos impulsa a ello, y a los que sí, ya os veré en nuestra próxima reunión secreta del jueves 21, ya sabéis donde. Ya sabéis esa reunión a la que vamos todos disfrazados pero en vez de con largas y elegantes túnicas como los conspiradores de las película de gran presupuesto, con humillantes camisones de hospital. Sí, hay que reconocer que somos una hermandad de serie B.

Pues bien, obligada por los inamovibles estatutos os tengo que contar, sí o sí, qué comí ese día en el hospital. Antes de que me operaran, la trans-cirujana me había advertido de después de la operación tendría que llevar una dieta en la que no debía haber grasa en absoluto, nada de aceite durante las primeras semanas, los lácteos solo desnatados, etc...

Esa noche, cuando por fin trajeron la cena, pudimos ver que era un caldo con una generosa capa de grasa, un pescado que brillaba de todo el aceite que llevaba, ni siquiera el yogur era desnatado. Aunque llamamos a las enfermeras para que nos lo cambiaran, comprobaron que es lo que había indicado mi cirujan@ y nos lo dejaron de recuerdo ahí en la habitación, mientras nosotras lo mirábamos con prevención.

Al final me comí el pan, bueno, unos trozos porque también me daba miedo. Después de cenar unas migas, comprendí a qué llaman comer como un pajarito. Ah, eso y una manzanilla, con lo que sintiéndome totalmente saciada (dijo ella con ironía) llegó la hora de dormir.

A la mañana siguiente me trajeron una manzanilla y unas galletas de desayuno en el mismo momento en que mi cirujana (ahora en forma femenina) y una enfermera veterana me decía lo bien que me veía para irme a casa, a pesar de que no podía ni ir hasta el baño, pero bueno. Después del cena-gate preguntamos si realmente podría tomar ese desayuno con galletas, a lo que la enfermera respondió muy ofendida
- Pero si son galletas maría! Son de toda la vida

Ah, es que esto me lo había explicado mal, yo pensé que las cosas que podía comer no tenían que tener grasa ni ser picantes, etc.. no que eran de toda la vida, a ver pensemos cosas de toda la vida:
- Cola-cao, Nocilla.... vale, esas son más o menos modernas, más de toda la vida: cocido, fabada, cochinillo... todo eso es de toda la  vida, no?

Y con esas me echaron de ... me dieron el alta y empezó una larga convalecencia en casa de mi (santa) hermana donde me trataban como una reina, pero andaba como la Duquesa de Alba

Y es que cuando salí del hospital, menos de 24 horas de que me hubiera perseguido el bisturí del cirujano bicéfalo, estaba débil como un gatito. Débil como un gatito... el que dijo esta frase, yo no sé qué clase de cachorros de gato conocería este tío pero yo, desde luego, me veía incapaz de destrozarle las cortinas a nadie.

lunes, 20 de mayo de 2013

Operación bañador de cuerpo entero (I)

Como algunos sabréis y a pocos importará, hace unos meses me tuvieron que operar para extraerme la vesícula porque Colesterol, el gemelo malvado de Hansel y Gretel, me había dejado un reguero de piedrecitas en ese órgano tan desconocido para mí hasta ese momento.

Resulta que yo tenía una de esas, una vesícula, de toda la vida, dentro de mi cuerpo humano, pero no sabía quién era ni para qué servía, ni hablaba con ella ni nada, hasta el día que me dijeron que me iba a abandonar y empecé a darme cuenta de que era muy buena chica y que cuando me abandonara para siempre, la echaría de menos a ella y a los huevos fritos con puntilla que ya no podría comer.

Podríamos decir que la vesícula es más o menos como una nevera, que lleva toda la vida en la cocina, sin que te des ni cuenta pero que el día se te estropea, te acuerdas de cuantos momentos felices vivisteis juntos y empiezas a pensar en cuántas veces caminasteis por la playa de la mano, o cuando fuisteis a la feria juntos y te ganó un peluche de Piolín en la caseta de tiro, y después te pasaste toda la noche intentando deshacerte de aquel muñeco tan horrible.

En fin, que mi apasionante aventura comenzó el día que fui al hospital al preoperatorio, que para entendernos es un día que te hacen todas las pruebas habidas y por haber (dos, en mi caso) para ver si eres un buen candidato para la operación o no vales ni para Gandía Shore.

Ese día, además de ir corriendo de una consulta a otra, conocí a la cirujana que me iba a operar por laparotomía, si todo iba bien, y por soleares si la vesícula era escurridiza, y que me lo explicó todo en cuatro frases. O para ser exactos, que me despachó en dos patás y  de cuya consulta salí con más dudas que con las que había entrado y deseando que cuando tuviera un bisturí en la mano fuera un poquito más metódica.

Eso sí, antes de irme me dijo
- Abre mucho la boca, mucho, más, más!!
- AAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!
- Muy bien, muy bien, tienes garganta, eso es un punto a tu favor.
- Me es muy útil cuando toso, la verdad.


También fui a la consulta del anestesista que estaba hablando por el móvil
- Perdona, perdona
- Nada hombre, si me despierto en condiciones, te regalo mis puntos de Amena del 2005 , si hace falta

Este lo que me pidió que le enseñara fue el ombligo, a mí la verdad, con que no me pidan que les enseñe el refajo...

- ¡Mire, mire! ¡Mire qué ombligo! Canela fina ¿eh?
- Sí, ya veo que te has comido la canela y el arroz con leche también con ella.

Apuntó algo en un papel y dijo:
- Muy bien, muy bien, tienes ombligo, eso es un punto a tu favor.
- Pues fíjese, desde que nací que lo tengo ahí, que no molesta ni nada.

Vale, quizá los diálogos no fueron así exactamente, pero que pasé de enseñar la garganta al ombligo, y que ambos resultaron ser satisfactorios, sí que es cierto.

Después de esto, unos análisis y un electro, me pude ir sin tener que mostrar nada más que la tarjeta sanitaria.

Una semana más tarde estaba, de buena mañana, con el camisoncillo enseña-traseros reglamentario, tumbada en una cama oyendo como mi hermana me leía el Hola. Bueno leía, leía... como se lee el Hola, a ver si nos entendemos: Se ven las fotos y como mucho los textos resaltados y se hacen comentarios.

- Mira: Carolina de Mónaco de vacaciones (qué agotadora debe ser la vida que lleva esta mujer para necesitar diez o doce vacaciones al año) en un yate, al lado de su nuevo novio. Ah no, que es el novio de la hija...

En ese momento apareció un camillero flamenco y me dijo que me iban a bajar a quirófano.
- ¿Estás nerviosa?
- Pues no mucho, la verdad
- ¡Sí, estás nerviosa!
- Bueno, pues si usted lo dice

Este diálogo sí que se produjo así, tal cual y es verdad que yo no estaba demasiado nerviosa: acompañada y charlando en la habitación.

Después se produjo la escena esa que se en cualquier película hospitalaria que se precie, y pude ver los fluorescentes y marcos de la puerta ir pasando en plano subjetivo desde la cama.

Y después de un ascensor, etc... llegamos no al quirófano, sino a un pasillo donde me dejó aparcada.
- Ahora te pasan, hala ¡Con alegría!

Que yo no sé qué concepto tenía ese hombre de una situación alegre, francamente.

Por aquel pasillo pasaba mucha gente, todos con el pijama de personal sanitario y algunos con el gorrito ese que tan favorecedor queda. Yo intentaba fijarme en si los médicos eran guapos. No, no, no pensaba en ligar con ellos, es que si la televisión nos ha enseñado algo es que los médicos atractivos son un poco, son bastante... en fin, digámoslo ya, son unos concupiscentes. Ea, lo he dicho ya, siento haber tenido que utilizar una palabra tan fuerte.

Vamos que tan ocupados que están intentando recordar quién les queda por ligarse en el equipo médico, no pueden ocuparse de los pacientes, como mucho a reconciliar a algún paciente con su cuñada. Así que estaba bastante preocupada con ese tema.

Digo "intentaba fijarme" porque para bajar al quirófano me había quitado las gafas, y yo sin las gafas no veo bien, porque las utilizo para ver.

No sé si ha quedado lo suficientemente claro este concepto, que entiendo que es bastante sorprendente. Oye, que en las peluquerías nunca he conseguido que lo comprendan a la primera.

Cuando me quito las gafas para que me corten el pelo y después me preguntan que qué tal, les tengo que decir que no sé que si no me pongo las gafas, no veo.
- Ah ¿no ves sin las gafas?
- No, por eso las llevo
- Aaaaaaaaaah

Conversaciones así solo se oyen en ese universo paralelo que son las peluquerías, esos mundos aparte donde se habla se crean idiomas diferentes cada día y las gafas no sirven para ver sino para molestar cuando te recortan las patillas.

Aunque por otra parte ¿alguna vez habéis visto a un peluquero con gafas? Pocas veces ¿verdad? ¿Y a una peluquera? ¿Será una profesión que protege de la miopía? Y ya que estamos ¿Cuántos peluqueros de más de unos 35 años habéis visto trabajar? ¿Qué ocurre cuando superan los treinta y tantos?

Preguntas igual de apasionantes me hacía en aquella cama (que no camilla, como yo pensaba) mientras seguía esperando, porque el "ahora" resultó ser un término ambiguo (quizá el camillero antes era peluquero, no sé) y pasaba tiempo y tiempo.

Para lo único que se dieron prisa fue para ponerme la vía, momento a partir del cual ya no pude volver a mirarme el brazo, y mucho menos moverlo, porque está prohibido como todo el mundo sabe. Yo, por lo menos no puedo, de vez en cuando un médico o enfermera me decía que sí podía moverlo, pero ellos qué sabrán.

Y el tiempo seguía pasando y ahora, lejos de mi hermana y mi Hola sí que me sentía nerviosa, y además tenía frío bajo esa sabanita que tanto me hacía añorar las gruesas mantas que había visto en la habitación.

Además del tiempo, por ahí pasaba la gente, de vez en cuando, alguno se paraba y miraba el papelito que tenía a los pies, bueno... encima de mis pies, que me daba cosa moverme por si se me caía, y a ver cómo me levantaba a por él. Que yo no sé si eran mis datos médicos o que alguien se había dejado ahí el "20 Minutos".

Recuerdo haber pensado:

- Qué éxito el papelito este, oye, si lo sé le pongo publicidad o algo "Lea Lo que me ahorro en psicoanálisis y ayúdeme a dominar el mundo"

Y después haber pensado

- Esto lo pongo en mi blog

Así soy yo, pensando en mi público en los momentos más extremos.

Lo dicho, que de vez en cuánto alguno de los que pasaba y leía el papelito me hablaba y me decía que ya me iban a pasar y que no habría comido nada-verdad.

Uno de los que pasó me dijo que era el anestesista, que lo mismo podría ser el del móvil que el Power Ranger verde-hospital, porque yo no veía nada, entre que no llevaba las gafas (¿Ah, pero no ves sin las gafas?) y menos ahí tumbada súper rígida, preocupada con no mover el cuello para no ver la vía, no mover el brazo de la susodicha, ni los pies para no tirar los papeles esos tan interesantes.

Otro que me repitió lo del ahora y la cena y esas cosas, al final me dio como un toquecito en el hombro y justo antes de irse me dijo que era el cirujano.

¿El cirujano! Hombre por Dios, tráigame aquí esas manos, que se las bese!!!

Por cierto que hay que ver qué recuperado se le veía del cambio de sexo, se ve que realmente en este hospital trabajan bien.

viernes, 10 de mayo de 2013

Retorno al pasado contorsionista


Hará un par de semanas abrí el buzón y me encontré con dos sobres muy abultados y con aspecto de parque público cuando lleva abierto más de dos primaveras: como si hubieran conocido tiempos mejores, pero francamente, viendo lo que se ve en mi buzón, no de puede decir que me sorprendiera demasiado.

El primero era de Amena. Supongo que sabéis que Amena era una compañía de telefonía móvil que decía ser muy libre, hasta que mutó en Orange hace unos años, sin embargo hace no mucho volvió como las golondrinas que llaman con su ala en tu ventana para recordarte, primavera tras primavera, el poema que te tuviste que aprender en sexto de EGB.

Lo primero que veo al abrirlo es que viene a mi nombre con todos mis datos, eso y que está repletito de publicidad. No me extraña que tengan mis datos, sobre todo porque fui clienta suya. Se me ocurre que quizá están utilizando la base de datos de antiguos clientes para ofrecernos que volvamos a sus amorosos, a la par que libres, brazos quién sabe si con algún descuento u oferta especial.

Yo soy así: imbécil.

Saco un folleto en el que se ve la silueta de dos jóvenes saltarines (por lo menos más jóvenes que yo, que si tuviera que hacer eso me descoyuntaría) y el siguiente letrero:

"Una noticia buena y una noticia mejor"

Repámpanos! no oía algo sobre buenas noticias desde hace varios años, y no te digo yo nada de  lo de "mejores"


La buena noticia debe ser que les han regalado una cama elástica

Abro el díptico y bajo la silueta de un muchacho haciendo el pino con una sola mano, leo "Aquí tienes la buena noticia" pero atención! que dicho optimista mensaje esconde un novedoso mecanismo que hace que por la tracción de una pestaña hábilmente situada a un lado aparezca ¡otro muchacho saltarín! Desde luego estos de Amena han vuelto fuerte ¿eh?


Empiezo a sospechar que El Circo del Sol se ha hecho con la nueva versión de Amena

Resumiendo: que ya no va a haber sistema de puntos ¿no? ¿Amena tenía sistema de puntos? Pues mi me acordaba, la verdad. Debe ser que a todos los que fuimos clientes nos cambian los puntos que tuvimos en tiempos por un móvil para reincorporarnos a tan gimnástica compañía y después ya nos dejamos de puntos.

"A partir del 30 de junio cambiamos el Club Amena por el nuevo sistema renove sin puntos". A ver, estamos en abril... vale, no es un mal plazo para pensárselo.

En fin, veamos la noticia "aún mejor" que me traen otros dos muchachos más conscientes de que la ley de la gravedad que los anteriores. Ofertas exclusivas, bien ahora la típica lista de móviles, con sus características y el descuento que me harían por tener puntos.


Estos chicos son jóvenes, pero tienen "la cabeza en su sitio" no como los anteriores

Yo siempre me fijo en los de 0 €, que es mi precio favorito de toda la vida y lo máximo que hasta ahora he pagado por un móvil.

Así que me voy a fijar, con 2.900 puntos me dan gratis un Sony Ericsson T230. No sé, no tiene mala pinta, aunque los gráficos quizá dejan un poquito que desear ¿no os parece?


No me he fijado en las características porque más o menos todos tienen lo mismo ¿no?

Este es el móvil "barato", pone que su valor sin puntos serían 99 €. A ver, voy a irme fijando en los demás: hay un Siemens A65, un Nokia 3100, un Simensens CX65 y la joya de la corona, el más caro que cuesta sin puntos 299 €, el Nokia 6600.

Pongo los modelos por si alguien los conoce, yo es que no entiendo nada de móviles, pero os pongo la foto y las características del más caro, para ver si me podéis aconsejar.


Un móvil de última generación por valor de mercado de 300 €

No sé, yo no entiendo de móviles ¿os parece que está bien? Cuesta 300 euros,pero con apenas 11.100 puntos se me queda en 45 €. Un chollazo, vaya.

A ver, voy a fijarme bien en las características:
Grabador de video
Cámara digital
Bluetooth
Mensajería Multimedia

Espera, aquí ¿no falta algo?

No sé, ya os digo que yo de esto no tengo mucha idea, pero hay algo en estos móviles que me parece un poco pasado de moda, como que todos tengan teclado y una pantalla pequeña.


¿El vintage ha llegado a los móviles?

Un poco sorprendida paso la página y me encuentro a una muchacha en pleno paroxismo saltador que me pide que cambie todos mis puntos por estos móviles "multimedia" y por último añade (pero no sé cómo porque no creo que pueda hablar en esa posición): "Noticias como esta no se dan todos los días, aprovéchate".

¿Alegría sin igual por un Nokia de 300 € o preocupante ataque epiléptico?

Pues mira me parece que no voy a volver a la compañía si me intentan colocar el stock que les quedaba en los almacenes.

No sé... a lo mejor hay una segunda línea más moderna, o algo así. Ah, espera, parece que girando esto hay más texto.

"Llega un nueva era de ventajas para ti" "Un buen día dijimos en Amena, "vamos a darle a nuestros clientes un programa de puntos ... Ya veo, y a vuestros empleados clases de contorsionismo .

bla-bla-bla libertad - bla-bla-bla- sin necesidad de puntos - bla-bla-bla "Así es, a partir del 30 de junio de 2005 cambiamos el Club Amena por nuestro sistema "

Espera, espera, espera ¿¿¿ junio de 2005???


En cuando te quieres dar cuenta, ya se te ha pasado el plazo

Mis ojos siguen leyendo sin hacer mucho caso a la orden de "piensa, estás en el 2013" y leo "Te mereces lo mejor sin pedirte nada a cambio" excepto que viajes en el tiempo, eso sí.

Espera, entonces ¿de cuándo es esta carta? ¿mi teoría de que Amena ha vuelto a contactar con sus antiguos clientes ha resultado resultar como la de que te puedes comprar esos pantalones que te quedan pequeños porque así te obligas a adelgazar?

¿2005? A ver, hasta yo que no sé restar puedo calcular a duras penas que han pasado 8 años aproximadamente. Ocho años! Los de los brincos seguro que ya tienen principio de artrosis, por lo menos.

Espera ¿y el otro sobre? Me pareció que era una factura, pero ¿de quién? A ver. Auna ¿Auna? Esos cuándo dejaron de existir? A ver, a ver .... "Periodo facturado: 25 de Sep a 24 de Oct de 2004"

¿Año 2004? Esto es incluso antes!! Por cierto, qué poco pagaba, no? Cuánto ha subido la vida, es que esto no puede ser, en mis tiempos esto no pasaba, cuando yo era joven escuchábamos buena música y no este chunda-chunda. Ah, vaya, creo que no solo los poseidos saltarines de Amena han envejecido mal.


¿Me dedico a hacer fotos cutres a facturas que tengo guardadas hace casi 10 años o recibo cartas del pasado?



Yo he cogido estas cartas AHORA de mi buzón. ¿Será un buzón que parece el más barato del mercado (como todo lo que instalan mis caseros)  pero en el fondo esconde un vórtice espacio- temporal? ¿significa la palabra vórtice lo que yo creo que significa? ¿cuántas lesiones de espalda crónicas sufren ahora los que fueron modelos de las campañas de Amena? ¿tuvieron que cerrar por las demandas? ¿estas cartas estaban detrás de un mueble en Correos? ¿una desde hace nueve años y otro desde hace ocho?

¿Hay algún secreto oculto (que removerá los cimientos de la Iglesia Católica) en las pinturas de Leonardo Da Vinci que explique este misterio? ¿y los templarios, qué tienen que decir los templarios de esto? ¿por qué es tan complicado pegar una foto en una entrada y que te quede centrada?



Nota: ¿Os acordáis de mi infidelidad? Pues hela aquí en Zinéfilaz