domingo, 26 de abril de 2015

Por qué salgo tan seria en las fotos

Quiero disculparme públicamente por no haber actualizado el blog desde hace tanto tiempo, y os pido disculpas a vosotros, los buscadores de soluciones para arreglar el cocodrilo sacamuelas e ingeridores de KH-7, pero os juro que estos últimos di... seman... meses, han sido una locura.

Pero no una locura en plan "los locos años veinte", sino en plan "he visto a la Virgen (y me ha dicho que me drogue)".

Y es que lo más agotador de publicar un libro no es, con mucho, escribirlo, sino todo lo que lo rodea. Empezando por tener que corregir las famosas galeradas.

Digo "famosas" por si alguno las conoce, pero vamos que yo ignoraba lo que eran hasta después de corregirlas y todo. La verdad, yo las únicas galeras son esas en las que remaban Charlton Heston y que dieron a origen a la famosa frase "cómo nos hemos puesto en las galeras" (chato).

Pero resulta que no, que en realidad son una maqueta del libro completito con la configuración final de las páginas, los dibujines (que en el caso de mi libro son muchos), el índice, los agradecimientos ¿¿habéis visto los agradecimientos de mi libro, oh, lectores de mi blog??, etc...

Otro tema importante es que tienes que mandar una foto tuya, a ser posible posterior a la de la Primera Comunión cosa que en mi caso, era un alivio, la verdad.

Y me dije ¿Que necesito un fotógrafo? Yo conozco UNO!!!

Sigo desde hace años el blog de UNO muy bueno, veremos si me hace un hueco en su agenda y precio de amiga, seguidora de blog, o persona que tuvo que hacer la primera comunión vestida de monjita, lo que sea más económico.

Creo que después de estas sutiles pistas (y los más sutiles enlaces) ya sabréis quién es, y os ruego encarecidamente que visitéis su blog porque merece la pena. Palabrita.

El viernes por la tarde tenía que venir un mensajero a traerme las galeradas de (a)marras (esto es un chiste marinero aunque no lo parezca, ni marinero, ni chiste, lo sé), pero ahí no apareció nadie y no hace falta que diga que el tiempo que tenía para remar era el fin de semana ¿verdad?

¿Y que ese sábado había quedado ya para hacerme las fotos? ¿Y que no podía cambiarlo?

Breve cronología de los hechos:

- Viernes 20:45. Me da un jamacuco al darme cuenta de que se mensajero ya no va a llegar (desde lo de Bermudo no llevaba tan mal una espera)

- Viernes 20:50. Llamo a mi editora (que no sabe lo que es el tiempo libre) y dice que tiene otra copia en casa y me la puede llevar el sábado a algún sitio donde quedemos.

- Sábado 12:00. Después de una lucha titánica con unas sombras de ojos salgo escopetada esperando encontrar un taxi, porque he quedado con Uno (y si se quieren venir los demás, que se vengan) para que me haga los fotos a las 12:30 y con mi editora un cuarto de hora antes, para que me dé las galeradas.

Las víctimas de tan singular batalla son: unos pantalones de pijama, una toalla (antes) blanca, el baño que da miedo y mi amor propio después de descubrir que no estoy capacitada para realizar una tarea que es capaz de completar hasta una participante de Hombres, Mujeres y Viceversa.

Y no es que no me supiera aplicar las sombras correctamente, que tampoco, es que era incapaz hasta de abrirlas.

Sí, estoy avergonzada, pero no sabía cómo se abría eso porque tenía una tapa que era así cómo, que se abría así como... bueno, no sé cómo se abría, pero yo seguí el único que conozco, tirar a lo bruto y la sombra, enfadada porque la despertaran a lo bruto, me atacó saliendo despedida y cayendo en el pelo que me quedó lleno de brillitos.

- Mira, ahora sí que soy una escritora brillante.

- Sábado 12:10. Conozco al único taxista cartesiano de Madrid.

- Sábado 12:15. Sigo preguntándome si realmente he conocido a un taxista que habla de Descartes en vez de escuchar la Cope, cuando, llego a tiempo a mi primera cita consecutiva. En cuánto llego veo que tengo dos mensajes

El de mi editora dice "Llego un poco tarde"

El de Uno dice "Ya he llegado".

Oh, no, yo no envié mis naves a luchar contra los elementos, ni a mis galeras tampoco.

- Sábado 12:45. Cuando voy a pagar descubro que llevo 2,50 € en total, y le tengo que pedir a mi editora que pague ella el café para poder invitarle a él a algo, rezando para que sea realmente poco.

- Sábado 12:50. Consigo llegar 20 minutos a mi cita con la persona que amablemente se ha ofrecido a hacerme las fotos. Se me cae la cara de vergüenza, hecho este que dificulta mucho la realización del reportaje fotográfico.

- Sábado 13:10. Empiezo a posar, o a intentarlo porque descubro que soy incapaz de hacer absolutamente nada coherente con mi cuerpo o mi cara cuando me enfocan con una cámara.

Dios, ahora sé cómo se siente Marta Sánchez cuando le dicen que tiene que hablar.

- Sábado 13:15. Descubro que tengo menos gracia posando que Chabelita, nunca más criticaré a las modelos ni su afición malsana por beber agua.

- Sábado 13:18. Mentira... pienso seguir riéndome de ellas ¿acaso no es esa su contribución a la sociedad?

- Sábado 13:22 Buscando otra luz y otros escenario, nos movemos los dos, cargando la cámara, los abrigos y las famosas galeradas que parece que no, pero pesan lo suyo, sobre todo por los remos y los veinte tíos sin afeitar.

- Sábado 15:00 Después de unos veinte cambios de sitio, aunque no de gesto (aterrorizado) por parte de la modela, decidimos retirarnos, hartos de las quejas de los galeotes que preguntan "¿Queda mucho? ¿Cuándo llegamos?" cada cinco minutos y que echan de menos al tipo que marca el ritmo en el tambor.

- Sábado 15:20 Me despido, agradecida, del pobre Uno, y me dirijo a mi casa donde pasaré el resto del fin de semana revisando el libro a la carrera.

Mientras, los galeotes entran en el Metro deseando volver a estar encerrados en un espacio pequeño y mal ventilado, en busca del tipo ese que toca el tambor.

Nota final. A día de hoy, al del tambor todavía no le han encontrado, pero la última vez que les vi, perseguían a dos rumanos que tocaban "Bésame mucho" al acordeón.

Con qué intenciones, lo ignoro.