jueves, 20 de octubre de 2011

Es una lata el trabajar ( y II)

En vista de que ni un solo lector de este blog (por lo menos de los que comentan) tiene un pariente rico, o futura pareja a la que explotar.

Y que encima algunos hasta tenéis principios y no estáis dispuestos a vender los bienes de vuestros ancianos padres para compraros un apartamento en Marina D’Or (Ciudad de Vacaciones), mientras ellos subsisten de los bocatas que les dan como público en los programas de Tele 5, dos cosas os voy a decir:

Una: Así no vamos a ninguna parte

Otra: La fórmula “Muchos escrúpulos y pocos contactos”, no ha retirado de trabajar a nadie.

Espero que hayáis recapacitado seriamente sobre esto. Venga niños, que no va a haber represalias, venga, a la de tres, eso sí, os advierto que no nos iremos a casa hasta que aparezca el culpable, o alguien lo suficientemente inocente como para creerse esta promesa.

Veamos pues otras opciones igual de clásicas, e igual de inviables a la última parte de este magnífico díptico.

¿A que si dices “díptico” parece que estás diciendo algo mejor que “segunda parte” , y si dices “trilogía” queda mejor que “Hicimos la tercera parte de la película aunque ya la segunda fue lamentable”?

-Hacerse perroflauta


Este es un clásico contemporáneo a menudo mencionado en este blog, si tuviera la más mínima idea de dónde, adjuntaría algún enlace, pero la verdad, estaría mal que me pusiera a trabajar en una entrada sobre este tema.

Como su propio nombre indica, para llevar a cabo esta opción hacen falta dos elementos básicos: Una flauta dulce de plástico y un perro

Pero que esto no os alarme, si seguís mis consejos, esto requiere una inversión mínima, e incluso (como el sentido del humor de los de recursos humanos), inexistente.

- Flauta de baja calidad que se pone sustraer de la primera mochila de Hanna Montana que encontremos.

- Engañar para que nos siga a un pobre perro que encontremos despistado por la calle, y que se le vea poco aficionado a la higiene corporal. No se le debe lavar hasta que te lo pida o se compré el champú él solito, lo que ocurra antes.

Este tipo de vida alternativa requiere una cierta actividad de carácter musical, siempre y cuando se consiga aunar una total falta de ritmo y armonía, en la misma ejecución.

Yo para esto (lo de tocar la flauta peor que maneja su dicción un joven actor español) me veo totalmente capacitada.

Sin embargo, una vez me quise hacer “de esto” (además de porque intenté lavarme el pelo el tercer día), me echaron porque era totalmente incapaz de hacer nada con los trompos esos.

En mi CV antes tenía puesto: “Demasiado torpe para perro flauta.”

Por cierto, si decidís imitarme descubriréis, de la peor manera posible, la endémica falta de sentido del humor que tienen los encargados de selección de personal.

Delincuente:

Hubo un tiempo, mis queridos lectores, en que si ibas por ahí, dando patadas a las latas con cara de joven en el que descansa el peso del futuro del país (“cara-tonto” creo que se llama) y te encontrabas a un amigo y le decías:

- Jo, tío, no sé qué coger, si letras o ciencias, no sirvo ni pa’estudiar ni pa’trabajar.

Y te contestaba con juvenil entusiasmo:

- Mi primo se ha hecho bombero, gana un pastón, no curra nada y es un trabajo para toda la vida.

- Pero ¿no es una oposición? ¿no habrá que estudiar mucho?

- Nada hombre, un par de temas y la tercera cartilla Rubio.

- ¿Y nada más?

- Bah, unas pruebas físicas de nada.

Sí, amigos, esto ocurría. En serio, tanto, tanto, tanto ocurría, que ahora es más fácil ser medallista en triatlón que aprobar.

Y todo esto viene porque esta opción (aunque parezca tentadora a primera vista) de caer en el ramo de la delincuencia organizada (o la española), no es tan buena cómo parece. ¿Por qué? Pues porque está saturadísima.

Nada chicos, ya no quedan plazas, está eso que ni primero de Derecho.

Si aún así no he conseguido convenceros de que abandonéis la senda del crimen, os pediré que por lo menos no hagáis nunca dos cosas por favor. La primera es que nunca hay que decir:

- Este va a ser un golpe limpio. Sin problemas, no vamos a disparar un tiro

Y sobre todo, lo más importante es recordar que en todo hay un límite, unos principios. Y que pase robar, pase secuestrar e incluso cometer un par de asesinatos de vez en cuando, pero, por favor, jamás, jamás, jamás seais directivos en una agencia de calificación de riesgos.

jueves, 13 de octubre de 2011

Es muy extraño el trabajar (Libro de Soluciones)

Ha llegado el momento, amigos y amigas, en que se resuelva esta cuestión, más polémica que cuál era la profesión del padre de Marco.

(Venga ¿qué era? No vale mirar en la wikipedia)

Así entre nosotros, que no se entere nadie, pero he dicho lo de polémica porque me he dado cuenta de que vende mucho.

Como cuando decían "El cuerpo del delito. La polémica película de Madonna".

Que no-hombre-que-no, que esa película no es polémica, es mala.

Oye, en serio ¿la habéis visto? Yo, diez minutos y creo que soy la persona que más ha visto.

Existen leyendas urbanas que dicen que a partir del minuto 27 ya no continúa y ponen un corto de Disney.

Chip y Chop contra los Zombies, creo que es.

En primer lugar, a los que habéis dicho que todos son verdad, pues sí, tenéis razón, todo ha pasado. Pero no todo me ha pasado a mí.

Bueno, allá voy ¿preparados? que voy a resolver el enigma.

- Manolo, ven.
- ¿Tiene que ser ahora?
- Sí, sí.
- ¿No será otra vez lo de la sidra, no?
- No hombre no, qué va a ser eso, que va a salir Durao Barroso en la tele, y va a contar cuál es el secreto de su pelo.



1) Sospechosa habitual.

Solo los que conocéis mi personalidad secreta sabíais que esta era imposible, porque sí he estado en ruedas de reconocimiento, pero porque tengo una ficha policial más larga que el Paseo de Extremadura.

Y estoy buscada por la Interpol por los golpes maestros que he dado en casinos de todo el orbe.

Como el célebre golpe de las vinajeras del buffet del casino de Torrelodones.

Por lo que sé, es muy normal que los que trabajan en una comisaría terminen pasando por dichas ruedas, e incluso a veces fichan a algunos que pasan por la calle.

Es más, la primera vez que me detuvieron (ah, qué tiempos!) me llamó mucho la atención que todas las de la fila, menos yo, cuando terminó aquello, se pusieran a hablar entre ellas.

- Qué vamos ¿dónde siempre?
- Esperad, que cojo el bolso
- ¿Alguien comparte media barrita?

Pues no, nunca he trabajado en una comisaría, pero debe ser uno de los pocos centros de trabajo donde no han tenido el inmenso placer de aparcarme en cualquier cubículo no pensado para que un humano pueda trabajar, y a veces ni respirar.

De hecho, durante tres meses, estuve trabajando en la mesita de recibir del ante-desapacho de un subidrector que estaba de baja, o había huido, no sé.

Ahí pasaba unas 12 horas diarias de media, y no pasaba más, porque los de seguridad tenían que cerrar el edificio (sí, es cierto).

Quizá por eso sufría periódicos ataques psicóticos como aquel que me llevó a cantar a voz en grito (sí, es cierto):

- ... de por qué te estoy queriendo, no concibo la razón...

En el justo momento que el subirector que ocupaba el despacho contiguo pasó por ahí (sí, es cierto).

Se ve que el hombre desconocía la discografía de Nino Bravo y pensó que me estaba declarando porque salió huyendo de ahí.

Pues tú te lo pierdes, chato.


2) Azafata de Congresos.

Científicos de la Universidad de Dakota del Norte están haciendo un estudio (en dura competencia con la Universidad de Arizona que a lo mejor se les adelantan) para saber si los hombres preguntan lo de que si la chica está incluida en el coche porque:

a) Se creen muy picarones
b) Se dieron un golpe en la cabeza de pequeños
c) Se creen muy picarones porque se dieron un golpe en la cabeza de pequeños

Pero sí, me consta que lo dice un porcentaje realmente preocupante de la población masculina.

Pero no me consta porque estuviera ahí presente, así que supongo que aún puedo sentirme afortunada.

De todas maneras, me temo que no ha resultado muy verosimil, creo que de hecho ha sido la opción menos votada.

Yo yo a cambio, me he humillado confesando que he visto "Showgirls" y hoy por el mismo precio, "El cuerpo del delito". Quizá debería plantearme algunas cosas sobre mis elecciones cinematográficas.

Me pregunto si aquel golpe en los columpios....


3) Medidora de osamentas


En realidad, Mª Carmen sí estaba en la oficina, pero cuando le preguntaron que qué estaba haciendo contestó que algo de vital importancia, que no se podía parar bajo ningún concepto.

No sé, desactivando una bomba junto a Jack Bauer, o algo así.

Yo, menos experimentada, cuando me preguntaron qué estaba haciendo dije:

- Aquí, esperando que me caiga un marrón del quince.

Y sí, me cayó, y sí, entraba en los despachos y sí, se reían de mí, y sí, iba paseando una cinta métrica de esas que se cierran solas cuánto menos te lo esperas haciendo "prussss" seguido de "Ayys".

No, los cuernos de aquel señor no los medí, pero los tenía, y muchos. Él sabrá por qué los exhibía así, sin pudor alguno.

Dios, cómo odiaba entrar en aquel despacho lleno de cabezas cercenadas de animales muertos, y yo venga a preguntarme cómo podría Bambi ir por ahí sin cabeza.

Pero a veces, pocas la verdad, llega la venganza a nuestras vidas: Un día vi cómo varios operarios sacaban de la oficina las testuces aquellas.

- ¿Qué pasa?
- Nada, que a Severino se le ha llenado el despacho de chinches y le tienen que fumigar.

Nunca supe si fumigaron el despacho o a Severino, himself, ni falta que me hizo. Lo importante es que los cuernos nunca volvieron, supongo que pondría en su lugar cuerpos de maniquies rotos desnudos, para conseguir similar ambiente grimoso.

Y esta, niños y niñas, es la explicación de por qué Dios creó a las chinches.


4) Modelo de libros de idiomas.

Otro hecho real plagiado miserablemente por mí.

Me lo han contado por lo menos dos personas, pero no fue por obligación contractual, sino por amistad, que es aún una relación mucho más peligrosa.

También tuve una compañera illo tempore (llamémosla, por ejemplo, Mª Carmen) que me contó muy orgullosa que trabajó en un almacén de muebles, donde la pidieron que hiciera de modelo de un catálogo.

Después de eso, no me extrañó el éxito de Ikea.



Ahora lo importante: La ganadora en buena lid de este torneo, ha sido Ine a la que además, debo medio céntimo de euro. Pues ya sabes, Ine, puedes plantear un tema para que hable de él, si se me ocurre algo. Lo del pago del medio céntimo me llena de incertidumbre, lo confieso.

Fue la primera en dejar un comentario dando la respuesta correcta, aunque muchos más habéis acertado, enhorabuena, podéis celebrar vuestra victoria brindando con sidra El Gaitero, recordando siempre, que es famosa en el mundo entero. En Djibouti no se bebe de otra cosa.


Por cierto, médico, era médico.

martes, 4 de octubre de 2011

Es muy extraño el trabajar

En un día como hoy, francamente no me veo con cuerpo, ni sin él que aún sería más extraño, para continuar con la serie "Cómo vivir sin trabajar si es que tal cosa existe". Vale, no se llamaba así.

En todo caso y para "dinamizar" (signifique lo que signifique eso) el blog y animarnos en estos momentos con esta situación tan alegre, os propongo un concurso. Os dejo unos momentos para que os celebréis la buena nueva.

(Momentos de alborozo)

Me llegan noticias de vuestros comentarios:

- Hombre, eso sí que me ha alegrado a mí el día, me da igual lo que le pase a Grecia, que Loque hace un concurso.

- Manolo, saca la sidra El Gaitero, sí, sí, la de reserva, la que guardamos desde hace años. No la del DIA no, la de marca. A lo loco, Manolo, a lo loco.

Bueno, a lo que iba es que pensando en el proceloso mundo del trabajo, y de la permanente amenaza de la falta de él, me he acordado de las cosas más inimaginables que caber pudiera.

Bueno, que quepan y que me las hayan mandado a mí, aunque no tuvieran relación alguna con el trabajo que supuestamente desempeñaba.

Insisto, existe el noble y mal pagado (seguro) trabajo de limpia ventanas, pero ¿Qué pasa cuando eres, no sé, auxiliar de laboratorio y dicen que que limpies las ventanas?

Pues que solo te quedan dos opciones:

- Empezar por la izquierda, o por la derecha.

Vale, pues eso, os cuento unas cuántas cosas extrañas que me tocó hacer en el trabajo sencillamente porque temía engrosar las fatídicas listas, y no porque tuviera nada que ver con esas tonterías que ponen en tu contrato.

De acuerdo, solo una es verdadera. Y el primero que acierte, gana. Bieen, bien. Saca sidra, Manolo, sí, otra vez ¿Qué pasa? La ocasión lo merece.

¿Y qué gana? Caramba, qué materialistas. Bueno, pues que proponga un tema sobre el que quiera que debo escribir una entrada. Ese el premio, que no tengo ni sidra. Otra cosa es que realmente escriba sobre eso, que esto no es mi trabajo, y por fin, puedo decidir que no voy a ser:

1) Sospechosos habituales

Esto ocurrió hace algunos años, cuando dentro de los difusos márgenes de las atribuciones del trabajador de una ETT/Empresa de Servicios/Cómo lo queráis llamar, me tocó ir a hacer unos bolos a una comisaría del cuerpo nacional de policía.

¡Cómo mola! Pensaba yo, mientras me imaginaba como una de las protagonistas de CSI, bella por fuera y dura como el acero por dentro. O resolviendo crímenes a diestro y siniestro gracias a mi perspicaz olfato, como Colombo. O poniendo posturitas y corriendo mucho por ahí, movimiento la melena sin hacer nada en concreto, como Los Ángeles de Charlie.

No, no trabajaba a los 9 años, por qué lo preguntáis.

Como os podéis imaginar, todo consistió en estar a dos plantas de la comisaría de verdad "dónde está la acción", haciendo el trabajo administrativo más aburrido del planeta, en medio de un montón de expedientes de la época de Alfonso X el Sabio, donde el concepto de "nuevas tecnologías" se circunscribía a la máquina de escribir electrónica.

Hasta que por fin, llegó el momento de nuestra gran oportunidad, cuando una compañera y yo estábamos agonizando de aburrimiento en medio de tanto legajo y subió una funcionaria con cara de estar buscando a alguien, abrió la puerta de la pecera en la que estábamos nostras poniendo cara de trabajar mucho (ves, al final sí que hice un poco de Ángel de Charlie) y preguntó:

- ¿Está Mª Carmen?
- No, no está por aquí.
- ¿Y vosotros quiénes sois?
- Pues las que han venido a tal y cual y ...

Mientras, nos miraba de arriba a abajo sin hacernos ni caso, hasta que cortó nuestras torpes explicaciones:
- ¿Podéis bajar un momento a la comisaria?

Tate, me dije (que no, que no tenía 9 años), ya se han enterado de que robé unos tigretones en el año 87 y han venido a por mí. El crimen siempre paga.

Y mientras intentaba calcular cuánles serían los intereses de 125 pesetas y pasarlo a euros, escuche a mi compañera, que no sé qué causa pendiente con la justicia tendría pero juro que que pregunta con la voz temblorosa:

- ¿Para quéee?
- Para una rueda de reconocimiento.

Juro que nos miramos la una a la otra más sincronizadas que las gemelas que descubren que son gemelas en las pelis Disney.

- Si son solo dos minutos, si acabamos en seguida. Decía la mujer muy festiva.

Y ahí qué bajamos con ella, la verdad es que una vez que nos lo explicó y lejos ya del yugo de la justicia, íbamos tronchándonos de la risa, venga a hacer comentarios graciosetes y bromas de dudoso gusto. Creo que fue el único momento en que no estuvimos a punto de morir de aburrimeinto en aquel trabajo.

Nos llevó a una sala, pero lo más bizarro (sí, había algo más bizarro) es que entró con nostras y se puso a nuestro lado como otra sospechosa.

¿Que en qué nos parecíamos las que estábamos ahí? Además de ser todas del mismo sexo, claro.

Pues ¿vosotros habéis oído que el ADN de la mosca y el humano son idénticos en un porcentaje sorprendentemente alto? Pues os digo que no metieron ahí a una mosca (hembra, esos sí), porque las muy malandrinas no se están quietas.

Por cierto, si os estáis preguntando quién era la delincuente, pues no lo sé exactamente, pero vamos, que si os detienen alguna vez no os pongáis un chandall de yonqui.

2) Azafata de Congresos

Esto ocurrió hace algunos (bueno, muchísimos) años, cuando me hallaba dentro de los difusos márgenes de las atribuciones del trabajador de una correduría de seguros cualquiera.

Situémonos: Una joven y bella empleada triscaba como una cabritilla en su puesto de trabajo, junto a una compañera, contando los últimos momentos de sufrimiento antes de que la jornada laboral del jueves llegue a su fin en su cubículo, cuando un elemento de la jefatura de su empresa abre la puerta del despacho con gran ímpetu, y pregunta:

- ¿Dónde está Mª Carmen?

Esto quizá os suene, pero os recuerdo que:

a) Los jefes son mucho de abrir puertas con gran ímpetu.
b) En todos los trabajos hay siempre una Mª Carmen.

- Puees no está porque hoy no ha venido porque...

Él mientras no nos hacía ni caso a lo que le decíamos y nos miraba de pies a cabeza, mientras yo sentía un inquietante dejá vu, y nos interrumpió:

- Venid conmigo.

En este caso, nos ofrecíamos voluntarias para ir todo el fin de semana a la feria del automóvil más cutre de la historia, donde nuestra dinámica empresa familiar tendría un stand ofreciendo sus servicios en el dinámico sector del seguro de automoción.

¿Vosotros habéis visto Show Girls? ¿No? Pues yo sí, y si hubo algún incauto que cayera como yo, quizá recuerde una escena en la que la inocente chica (la inocente chica que se gana la vida quitándose el refajo delante de señores desocupados) va con una compañera a una feria automovilística. Entonces descubre que todo es una trampa para su decencia (y su refajo) para que "cenen" con una japonés y libidinoso y de esposa ausente y entonces ella..

Pues que como yo lo había visto, ahí iba yo, pensando que no iba volver mocita al pueblo. Y algo de razón tenía y digamos que igual que llegué, no salí, porque yo creo que ese fin de semana me salieron más varices que a la madre de la familia Von Trapp, de tantas horas que pasé de pie, repartiendo folletos.

Pero lo más bizarro (porque había algo más bizarro) es que se nos acabaron los folletos a las 11 de la mañana del domingo, y como no repartíamos nada más, nos quedamos como dos pasmarotes poniendo cara de póker durante un montón de horas.

Menos mal que absolutamente nadie nos miraba porque cerca de nosotros había un puesto con unos cochazos impresionantes, y a las "y medias" y a las "en puntos" una modelo se ponía a hacer el gamba al lado del coche.

Mientras padre de famili, tras padre de familia, se acercaba y con gesto picarón, preguntaba si la chica estaba incluida en el precio.

En una de estas los contamos: Siete en el pase de las 18:30.

Y ni uno solo japonés.

3) Inventariadora

Esto ocurrió hace muchos, muchos años, cuando (esto ya os lo sabéis), y entró de golpe (....), Mª Carmen no estaba (...) y me dijo (esta vez a mí sola)

- Vente conmigo.

Pero en esta ocasión lo que pasó es que me dio una cinta métrica. Sí, qué pasa, una cinta de esas que si la sueltas se enrolla sola (qué juerga me pasé haciendo eso), y me dijo que había que hacer un inventario de la oficina y que, utilizando a la potente herramienta de la que hacía entrega la empresa, un boli y un papel, tenía que apuntar todas las mesas, sillas, archivadores, etc... que encontrara a mi paso, apuntando de paso sus medidas.

Y ahí me quedé yo, con mi cintita métrica, sin compañera (qué malandrina Mª Carmen, que se había librado) y sin refajo (que no sé ni cómo son). Lo peor no fue ir por ahí midiendo muebles como una mide-muebles cualquiera, sino era entrar en despachos variados contando:

- Hola buenas, que vengo a mediros la mesa y que no sabéis el daño que hace que os den con una cinta de esta así que dejad ya de reiros por favor, por favor os lo pido.

Aún así, lo más bizarro de todo eso (sí, había algo más bizarro) es que el dueño de la empresa, que se llamaba Severino, era poseedor, además de un nombre infame y de una empresa, de una finca de caza inmensa, motivo por el cual acumulaba en su inmenso despacho, un número ingente de trozos de animales muertos, especialmente sus cuernos, que conservaba para demostrar su valor como cazador que abastece a la tribu.

Así que cuando me tocó entrar con mi súper equipo de medición al despacho de este bravo guerrero, oí una voz que me preguntaba inocentemente:

- ¿Qué? ¿Vas a medirle los cuernos a Severino?

4) Modelo de conduta

Esto ocurrió hace muchos años, dentro de los difusos... empresa editorial ... se abre la puerta... Mª Carmen absentista ... y bueno, que al final acompañamos al emisario de turno, mi compañero (esta vez es chico, por variar) y yo y nos dice que:

Nuestra dinámica empresa va a publicar un dinámico manual de español para extranjeros, de esos que tienen muchas fotitos y muchos recuadritos y muchas tonterías para que parezca que aprendes divirtiéndote y que el italiano es molto facile e divertente....

Pues resulta que les faltaban ilustraciones y no solo no contrataban a unos modelos profesionales, sino que íbamos a realizar las fotos en la mismas oficinas y había venido un sobrino (que sí, que sí) del director para hacerlas.

Así, durante una tarde fuimos farmaceúticos, médicos, investigadores (a la bata blanca le sacaron mucho partidito) , compañeros de trabajo (trabajo en plan... difuso), estudiantes, asistentes a una reunión de trabajo que estaban muy atentos con un boli debajo de la barbilla (¿quién no se concentra así?).

Lo más bizarro, porque había algo más bizarro, era que en todas las fotos salíamos como mirando algo juntos: Que éramos estudiantes, mirábamos juntos el mismo libro, investigadores: el mismo matraz...

Eso y el cachondeito de los compañeros que pasaban por el pasillo, claro.

Así que ya sabéis, si cae en vuestras manos un libro de español para extranjeros en los que en casi todas las fotos sale la misma parejita, es posible que yo sea la chica que tiene cara de "¿Soy la única que opina que Mª Carmen falta mucho últimamente?"