miércoles, 13 de abril de 2011

Vicio hispanohablante

Esta entrada está dedicada a los nobles lectores de este blog que habitan allende los mares y por mares, entiéndase en América. Muchas cosas nos unen y también muchas nos separan, y ahora amigos de tresientos millones pasemos a escuchar el nuevo éxito de Elsa Baeza.

¿Os acordáis de "300 millones"? ¿Siempre salía Elsa Baeza o me lo parece a mí?

Bueno, pues para el que sea joven diré que esos millones eran de hispanohablantes y que se trataba de un programa panamericano plagado de imágenes de lugares turísticos de aquí y de acullá, con algún baile típico de cualquier rincón del orbe, siempre y cuando estuviera ejectuado por sonrientes muchachas de anchas faldas y largas trenzas.

Después salía un presentador desde Colombia, con un trajecito azul claro y decía algo sobre que éramos tresientos millones de hispanohablantes, después salía una chica muy maquillada paraguaya ¿Para qué? Para decir lo mismo (lo siento, no he podido evitarlo)

Y al final Jaime Morey, amenazando con cantar delante de la Alhambra venga a recordarnos que éramos 300 millones, lo que no es por nada, pero creo yo que ya había quedado 45 minutos antes, que además del idioma alguien pensaba que lo que teníamos en común era la falta de retentiva.

Para resumir, era como la OTI, pero en larguísimo programa semanal: Yo veía que lo ponían y pensaba "Oh Dios, tresientos millones de minutos de aburrimiento", también me preguntaba si de verdad podía haber tanta gente a la vez aburriéndose viendo el mismo programa.

Vale, quizá no pensaba eso, porque era muy pequeña y además me entraba un sueño mortal a la segunda intervención musical de José Vélez, cuando mi madre decía (como cada vez que veía a ese señor) "Qué buena mazorca tiene este hombre"

Afirmación esta que aun me llena de intriga y estupor.

Nota: Mazorca en idioma de mi madre: Dentadura del homo sapiens.

Pues bien doscientossiencuentaypico millones míos (este blog, es que parece que no, pero lo lee mucha gente): Os quiero decir hoy lo que jamás se atrevió a confesar ese programa, lo que más nos separa a los españoles de gran parte del resto de los hispanohablantes, es que nosotros... me da vergüenza decirlo, de verdad... es que en España... bueno, no le daré más vuelta, aquí ... todos, pero todos, todos, somos unos viciosos.

Que sí, que sí: Jóvenes y ancianos, niños y protésicos dentales, monjitas que limpian el altar cuando viene el Papa y chonis que van a la tele a decir muy contentas que no tienen educación.

Desde el primero hasta el último, los españoles no paramos de coger:

Cogemos las indirectas (anda, que si llegan a ser directas no sé ni qué las hacíamos ).

Las cogemos al vuelo (estamos muy en forma).

Cogemos la gripe (aquí no le hacemos ascos a nada).

Cogemos el autobús(lo confieso, yo incluso tengo un abono mensual).

Cogemos vacaciones (así se pone la gente de contenta)

Cogemos frío (en frío o en caliente, ya véis que todo nos da igual)

Cogemos canales de televisión y la gente dice sin empacho "En mi casa no se coge la sexta".
Bueno hombre, con 5 yo creo que ya tienes bastante.

Nos cogen desprevenidos (y claro, así no hay manera de hacer nada en condiciones)

Nos coge el profesor copiando en clase (y la de películas que se han hecho con este argumento)

Y es que esto somos como los pitufos, utilizamos el mismo verbo para (casi) todo.

Y no contentos con coger todo lo que se nos cruce, animal, vegetal o mineral, hacemos gala de ello públicamente, y en cualquier parte puedes oír:

- "Ayer entra mi jefe en el despacho, y coge el tío y me dice.."

Ahí, en medio de la oficina... muy poquita profesionalidad, es lo que hay en este país.


- "Me ha cogido una cosa aquí, en la espalda... "

¿En la espalda? Bueno no sé, sobre gustos no hay nada escrito.

¡Es más! En el límte del descaro nos pasamos la vida pidiéndole a la gente que nos coja (vergonzosos, no somos) pero lo que sea ¿Eh?

- Cógeme el abrigo, que lo tengo ahí.

No hombre, no, textil-filia, no.

- ¿Te importa coger a ti las entradas?

Bueno, haré el esfuerzo.


Yo he llegado oír a compañeros decir:

- Bajo a la máquina del café ¿Quieres algo?

- Cógeme algo, anda, lo que sea

Vicioso, pero difuso.


Aunque yo con lo que no puedo es con la gente que te cuenta un chiste y si no te ve sonreír, te pregunta:

- ¿No lo has cogido?

- Hombre, es que así, en frío... Que me invite antes a una copa o algo ¿No?

martes, 5 de abril de 2011

Lenguajes informáticos

¿Harto de no entender al informático de tu empresa? ¿Eres nuevo en el departamento de sistemas y no sabes cómo comportarte además de poner cara de ofendido cuando te piden algo?

¡Cesa ya en tus llantos, no llores como informático lo que no has sabido defender como usuario! ¡Vale, esto no ha tenido ni pies ni cabeza! ¡A ver si se me ocurre algo mejor antes de publicar la entrada!

Pues sí, aunque me arriesgo a los más terribles castigos, hoy voy a desvelaros algunos de los grandes secretos gremiales que funcionan en el mundo de "las nuevas tecnologías"

¡Aprovechad esta ocasión! Este es el único medio para ahorraros extrañas ceremonias a media noche, vestiros como mamarrachos con unas túnicas que cuestan un pastón (y no sientan bien a nadie) y de pasar tres pruebas claves: Averiguar dónde está la impresora del departamento, cómo se llama la base de datos y que seleccionar la opción "Capuchino moka latte" de la máquina lleva a una dimensión paralela donde a los jóvenes actores españoles se les entiende cuando hablan.

La de que aprendan a actuar, esa todavía no se ha inventado.

En fin, que yo, sin mancharos el suelo de casa (ni del local de la urbanización) con un pentágono que luego sale fatal, os voy a instruir sobre estas oscuras denominaciones.

Yo soy así, así soy yo, la Wikileaks de la estulticia profesional.


El lenguaje informático se basa en varios sencillos principios:


- Criaturas mitológicas:

Al igual que en la mitología existían híbridos fantásticos como la esfinge o el grifo, con cabeza de tal y cuerpo de (cordero) pascual, muchos términos informáticos nacen de las más abyectas uniones contra natura entre dos idiomas.

Básicamente: Cabeza de castellano y cola de inglés, en cuyo caso es obligatorio que acaben en ing (no, por qué otra vez no).

O lo que es lo mismo: Tú no sabes cómo se traduce algo al inglés, pues nada, lo dices en español y le añades un ing, y todos tan contentos.

Más habitual es coger un verbo (perfectamente traducible y conocido como "imprimir") en inglés y conjugarlo como si fuera "pasear" (una extraña regla no escrita).

De ahí las frases que todos hemos oído y todos amamos
- ¿Has reseteado la máquina?
- No puedo printear los mensajes.
- Lo he debugueado y todo ha salido bien.


Ahora cuando llaméis a un servicio técnico y os pregunten algo del tipo "¿Te has podido loguear?". Dejaréis de contestar "¿Y cómo voy a hacer algo que no existe?".

Hacedme caso: Si el que os lo pregunto lo conjuga como "jugar" y dice "¿Te has logado?", está claro, ese tío no es informático ni nada, los buenos-buenos, sabemos que es "loguear".


- Siglas, acrónimos y cosas que se le parezcan

¿Quién no ha intentado colar lo imposible jugando al Scrabble? Pues básicamente es lo mismo.

Probad, es muy díver: Coged cualquier estupidez que se os ocurra y averiguad sus siglas ¿Ya? Atención, ahora viene lo más difícil, hay que decir esas letras en inglés.

No, no hace falta que traduzcáis los términos y después los paséis a acrónimos, basta con decir las letras en plan "Ei Si kiu".

Lo de menos es que alguna letra se diga así en inglés, ni que significa lo que tú crees, cambia el orden, convierte "Ese i" en "Ai sí" y pon cara de suficiencia.

Esta técnica, solo para profesionales del medio, debe reservarse para casos muy extremos. Ejemplo: Os preguntan algo en una reunión que no os habéis preparado.

También llamada "Técnica Traje del Emperador": Bien utilizada ha salvado más de una carrera, en un entorno hostil (e informado) ha cortado de cuajo alguna que otra.



- El juego de las sílabas trasmutadas

Consiste en mutar una o dos sílabas aquí o allá, preferentemente añadiéndola para cumplir así con una ley universal: Una palabra, cuánto más larga es, más técnica resulta.

Así abundan los informáticos que monitorean en vez de monitorizar.

Aquí hay una rama bastarda que consiste en coger un sustantivo que te suena y convertirlo en verbo.

¿A ti te suena "recepción"? Pues el sistema que lo hace será un "recepcionamiento", no? Es pura lógica, y de ahí el verbo recepcionar.

¡Recepcionemos todos! ¡Pasemos de recibir nada!


- La terminación mágica

Esto es de nivel muy avanzado. Tanto si sois sufridos usuarios como profesionales en mantillas, el conocerla os garantiza quedar como expertos en la materia y la materia no es castellano, advierto.

Existe un sufijo que cuando lo añades a cualquier palabra la convierte en un término en algo técnico. Falso sí, pero técnico.

¿Preparados? El sufijo que contiene esa mágica propiedad es “ivo” y si la RAE no lo reconoce es porque no tiene ni idea de nada, hombrepordios.

¿Quién no sabe lo que es una aplicación informática?

aplicación.
(…)
4. f. Inform. Programa preparado para una utilización específica, como el pago de nóminas, formación de un banco de términos léxicos, etc.


Y he aquí el problema, si lo sabe todo el mundo ¿Qué gracia tiene que lo digamos nosotros?

Así que añadamos un “ivo” y nacerá un “aplicativo”. Veamos qué significa:

aplicativo, va.

1. adj. Que sirve para aplicar algo.


¿Ejemplos de cosas que sirven para aplicar algo? Pues hay muchos: Parches de nicotina, enemas...

En nuestro camino hacia la "ivismo" confundiremos producción y productividad, pero ¿Qué más da?.

Así que ya sabéis: Cuando conozcáis un informático que hagas aplicaciones y las pase a producción, ese tío es un impostor, los que de verdad valen pasan "aplicativos a productivo".

O sea, que en la empresa en la que trabajan fabricando supositorios, están muy contentos con ellos (oye, que son muy productivos).


Así que aplicando estos sencillos consejos, perdón, "haciendo un aplicativo" de estos sencillos consejos, ya nunca más seremos tomados por legos en la materia, pareceremos profesionales y puede que también imbéciles, pero ¡Imbécibles Profesionales!