lunes, 20 de mayo de 2013

Operación bañador de cuerpo entero (I)

Como algunos sabréis y a pocos importará, hace unos meses me tuvieron que operar para extraerme la vesícula porque Colesterol, el gemelo malvado de Hansel y Gretel, me había dejado un reguero de piedrecitas en ese órgano tan desconocido para mí hasta ese momento.

Resulta que yo tenía una de esas, una vesícula, de toda la vida, dentro de mi cuerpo humano, pero no sabía quién era ni para qué servía, ni hablaba con ella ni nada, hasta el día que me dijeron que me iba a abandonar y empecé a darme cuenta de que era muy buena chica y que cuando me abandonara para siempre, la echaría de menos a ella y a los huevos fritos con puntilla que ya no podría comer.

Podríamos decir que la vesícula es más o menos como una nevera, que lleva toda la vida en la cocina, sin que te des ni cuenta pero que el día se te estropea, te acuerdas de cuantos momentos felices vivisteis juntos y empiezas a pensar en cuántas veces caminasteis por la playa de la mano, o cuando fuisteis a la feria juntos y te ganó un peluche de Piolín en la caseta de tiro, y después te pasaste toda la noche intentando deshacerte de aquel muñeco tan horrible.

En fin, que mi apasionante aventura comenzó el día que fui al hospital al preoperatorio, que para entendernos es un día que te hacen todas las pruebas habidas y por haber (dos, en mi caso) para ver si eres un buen candidato para la operación o no vales ni para Gandía Shore.

Ese día, además de ir corriendo de una consulta a otra, conocí a la cirujana que me iba a operar por laparotomía, si todo iba bien, y por soleares si la vesícula era escurridiza, y que me lo explicó todo en cuatro frases. O para ser exactos, que me despachó en dos patás y  de cuya consulta salí con más dudas que con las que había entrado y deseando que cuando tuviera un bisturí en la mano fuera un poquito más metódica.

Eso sí, antes de irme me dijo
- Abre mucho la boca, mucho, más, más!!
- AAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!
- Muy bien, muy bien, tienes garganta, eso es un punto a tu favor.
- Me es muy útil cuando toso, la verdad.


También fui a la consulta del anestesista que estaba hablando por el móvil
- Perdona, perdona
- Nada hombre, si me despierto en condiciones, te regalo mis puntos de Amena del 2005 , si hace falta

Este lo que me pidió que le enseñara fue el ombligo, a mí la verdad, con que no me pidan que les enseñe el refajo...

- ¡Mire, mire! ¡Mire qué ombligo! Canela fina ¿eh?
- Sí, ya veo que te has comido la canela y el arroz con leche también con ella.

Apuntó algo en un papel y dijo:
- Muy bien, muy bien, tienes ombligo, eso es un punto a tu favor.
- Pues fíjese, desde que nací que lo tengo ahí, que no molesta ni nada.

Vale, quizá los diálogos no fueron así exactamente, pero que pasé de enseñar la garganta al ombligo, y que ambos resultaron ser satisfactorios, sí que es cierto.

Después de esto, unos análisis y un electro, me pude ir sin tener que mostrar nada más que la tarjeta sanitaria.

Una semana más tarde estaba, de buena mañana, con el camisoncillo enseña-traseros reglamentario, tumbada en una cama oyendo como mi hermana me leía el Hola. Bueno leía, leía... como se lee el Hola, a ver si nos entendemos: Se ven las fotos y como mucho los textos resaltados y se hacen comentarios.

- Mira: Carolina de Mónaco de vacaciones (qué agotadora debe ser la vida que lleva esta mujer para necesitar diez o doce vacaciones al año) en un yate, al lado de su nuevo novio. Ah no, que es el novio de la hija...

En ese momento apareció un camillero flamenco y me dijo que me iban a bajar a quirófano.
- ¿Estás nerviosa?
- Pues no mucho, la verdad
- ¡Sí, estás nerviosa!
- Bueno, pues si usted lo dice

Este diálogo sí que se produjo así, tal cual y es verdad que yo no estaba demasiado nerviosa: acompañada y charlando en la habitación.

Después se produjo la escena esa que se en cualquier película hospitalaria que se precie, y pude ver los fluorescentes y marcos de la puerta ir pasando en plano subjetivo desde la cama.

Y después de un ascensor, etc... llegamos no al quirófano, sino a un pasillo donde me dejó aparcada.
- Ahora te pasan, hala ¡Con alegría!

Que yo no sé qué concepto tenía ese hombre de una situación alegre, francamente.

Por aquel pasillo pasaba mucha gente, todos con el pijama de personal sanitario y algunos con el gorrito ese que tan favorecedor queda. Yo intentaba fijarme en si los médicos eran guapos. No, no, no pensaba en ligar con ellos, es que si la televisión nos ha enseñado algo es que los médicos atractivos son un poco, son bastante... en fin, digámoslo ya, son unos concupiscentes. Ea, lo he dicho ya, siento haber tenido que utilizar una palabra tan fuerte.

Vamos que tan ocupados que están intentando recordar quién les queda por ligarse en el equipo médico, no pueden ocuparse de los pacientes, como mucho a reconciliar a algún paciente con su cuñada. Así que estaba bastante preocupada con ese tema.

Digo "intentaba fijarme" porque para bajar al quirófano me había quitado las gafas, y yo sin las gafas no veo bien, porque las utilizo para ver.

No sé si ha quedado lo suficientemente claro este concepto, que entiendo que es bastante sorprendente. Oye, que en las peluquerías nunca he conseguido que lo comprendan a la primera.

Cuando me quito las gafas para que me corten el pelo y después me preguntan que qué tal, les tengo que decir que no sé que si no me pongo las gafas, no veo.
- Ah ¿no ves sin las gafas?
- No, por eso las llevo
- Aaaaaaaaaah

Conversaciones así solo se oyen en ese universo paralelo que son las peluquerías, esos mundos aparte donde se habla se crean idiomas diferentes cada día y las gafas no sirven para ver sino para molestar cuando te recortan las patillas.

Aunque por otra parte ¿alguna vez habéis visto a un peluquero con gafas? Pocas veces ¿verdad? ¿Y a una peluquera? ¿Será una profesión que protege de la miopía? Y ya que estamos ¿Cuántos peluqueros de más de unos 35 años habéis visto trabajar? ¿Qué ocurre cuando superan los treinta y tantos?

Preguntas igual de apasionantes me hacía en aquella cama (que no camilla, como yo pensaba) mientras seguía esperando, porque el "ahora" resultó ser un término ambiguo (quizá el camillero antes era peluquero, no sé) y pasaba tiempo y tiempo.

Para lo único que se dieron prisa fue para ponerme la vía, momento a partir del cual ya no pude volver a mirarme el brazo, y mucho menos moverlo, porque está prohibido como todo el mundo sabe. Yo, por lo menos no puedo, de vez en cuando un médico o enfermera me decía que sí podía moverlo, pero ellos qué sabrán.

Y el tiempo seguía pasando y ahora, lejos de mi hermana y mi Hola sí que me sentía nerviosa, y además tenía frío bajo esa sabanita que tanto me hacía añorar las gruesas mantas que había visto en la habitación.

Además del tiempo, por ahí pasaba la gente, de vez en cuando, alguno se paraba y miraba el papelito que tenía a los pies, bueno... encima de mis pies, que me daba cosa moverme por si se me caía, y a ver cómo me levantaba a por él. Que yo no sé si eran mis datos médicos o que alguien se había dejado ahí el "20 Minutos".

Recuerdo haber pensado:

- Qué éxito el papelito este, oye, si lo sé le pongo publicidad o algo "Lea Lo que me ahorro en psicoanálisis y ayúdeme a dominar el mundo"

Y después haber pensado

- Esto lo pongo en mi blog

Así soy yo, pensando en mi público en los momentos más extremos.

Lo dicho, que de vez en cuánto alguno de los que pasaba y leía el papelito me hablaba y me decía que ya me iban a pasar y que no habría comido nada-verdad.

Uno de los que pasó me dijo que era el anestesista, que lo mismo podría ser el del móvil que el Power Ranger verde-hospital, porque yo no veía nada, entre que no llevaba las gafas (¿Ah, pero no ves sin las gafas?) y menos ahí tumbada súper rígida, preocupada con no mover el cuello para no ver la vía, no mover el brazo de la susodicha, ni los pies para no tirar los papeles esos tan interesantes.

Otro que me repitió lo del ahora y la cena y esas cosas, al final me dio como un toquecito en el hombro y justo antes de irse me dijo que era el cirujano.

¿El cirujano! Hombre por Dios, tráigame aquí esas manos, que se las bese!!!

Por cierto que hay que ver qué recuperado se le veía del cambio de sexo, se ve que realmente en este hospital trabajan bien.

35 comentarios:

Mónica-serendipia dijo...

Así es Loque, pensando en su público en los momentos difíciles ;-) Qué bueno!! Lo cierto es que estabas como una rosa: garganta, ombligo... Caramba, qué profesionales. Oye, nos has dejado con la intriga de la aventura quirúrgica ¡queremos segunda parte, ya!
P.D.: Me he pasado por la entrada de los idiomas (que no la había leído) y me hago chuleta pero ya para ir al peluquero.

loquemeahorro dijo...

Mónica Serendipia Gracias.

Yo antes intuía que tenía un ombligo y hasta una garganta, pero hasta ese día no tenía la confirmación de los profesionales.

pd. Espero que sepas ya cómo pedir una nuez de suavizante.

Susana dijo...

Vaya ganas me han entrado de que me operen de la vesícula al leerte. Me voy corriendo al médico a ver si lo convenzo.:) Un beso.

loquemeahorro dijo...

Susana No me extraña, ya lo dijo el camillero ¡¡Con alegría!!

El niño desgraciaíto dijo...

Ay, qué risa! Me he visto retratado como paciente esperando a ser operado ahí aparcado, con frío, con los papeles y radiografías en los pies...

Enhorabuena por el post.

loquemeahorro dijo...

El niño desgraciaíto: Muchas gracias, espero que no te hagan esperar mucho, a mí la verdad... la intemerata.

Caramba, qué expresiones de abuela voy diciendo con los años, estoy realmente preocupada, lo comentaré en el hogar de la tercera edad, a ver si a alguien más le pasa.

Doctora dijo...

Por eso te atendió tan malamente la primera vez, estaba impaciente por que le cambiaran de sexo de una vez, hay que entenderlo.

Los celadores son gente curiosa, pero más curiosos son los encargados de poner vías. Creo que siempre aparecen de improviso y como no deben tener otra tarea cuando no tienen pacientes a los que pinchar van a las salas de espera a ponerles vías a los familiares.

Siempre había pensado que el ombligo no valía de nada, pero ahora veo que es como un documento para demostrar que eres humano, y que te operen. Porque claro, si no tienes ombligo igual ya no te opera la seguridad social.

Respecto a lo de las gafas, me hace gracia la expresión "Me tengo que poner las gafas de ver". Me dan ganas de decir "Sí, las gafas de oír no te las pongas" ;P

Muy graciosa la entrada, los hospitales son una fuente inagotable de anécdotas.

Jane Jubilada dijo...

Que sí, Loque, que sí puedes comerte los huevos fritos con puntillita y chorizo y todo. Que te lo dice una sin-vesícula, que ha pasado por el mismo calvario que tú. Aunque para mí lo peor fue después. Me desperté y nadie me hacía caso, yo ahí muerta de frío (tampoco habían puesto mantitas apetecibles). Pasó el cirujano y sólo tenía ojos y palabras para la que estaba al lado (que era hermana de un alto cargo). Y yo: "¡¡¡Eh!!! ¡¡¡Que estoy aquí!!!¡¡¡Háganme un mimito, más que sea!!!". No tienen corazón.

loquemeahorro dijo...

Doctora: Sí, es que los transexuales sufren mucho con su condición y claro... no están para explicaciones

Vaya, qué terrible ese vicio profesional de los de las vías, que ya se podían dedicar a invitar a cafeses, o hacerte la manicura francesa.

Las gafas de ver es una expresió que me encanta!!

Gracias!

Jane Jubilada: Yo de momento... no me atrevo, me dan miedo, la verdad. Eso y que francamente, nunca había sido fansss de la comida con grasa.

Vaya, vaya... con que tenías al lado a una enchufada. Yo cuando veo que operan al rey a la carrera y salen 40 médicos dando el parte médico siempre pienso "Pobres todos los que estén ingresados en ese hospital, porque si hay alguna duda entre atenderles a ellos a S.M...."

Menos mal que tenemos el artículo 14, para pasárnoslo por el forro ¿verdad?


Blackmount dijo...

pues lo que soy yo le voy a meter una bronca terrible a mi nevera apenas llegue a casa, porque como puede ser posible que nunca en la vida haya ido conmigo a pasear a la playa ni me haya llevado a la feria ni al circo, y sinencambio la tuya si te lleva. hay que ver lo ingratos que son los electrodomesticos de ahora. Por otra parte, para que te atendieran con mayor diligencia en el hospital debiste haberles dicho que eras Ursula Sue en persona y que tu padre es el famoso cirujano de plataformas petroleras

Carmina dijo...

Loque me has convencido yo me quedo con mi vesicula y me olvido del pasillo de los cirujanos que cambian de sexo y de las vias cojoneras, y sobre todo del frío que se pasa. Si es que eres una maquina wapa...

Isabel Hernandez dijo...

Pues tu entrada debía de hacerme mucha gracia, porque empeño le has puesto, pero es que me pillas en un momento fatal y la verdad me dan ganas de echarme a llorar sobre tu hombro. Hoy precisamente he tenido una cordial charla con el anestesista en el que sí se ha interesado mucho por mi garganta y poco, por no decir nada por mi ombligo ¿me tengo que preocupar?
Después también he pasado a charlar con el cirujano y sí, yo también espero que su habilidad con el bisturí no vaya a la par que su gran don de palabra. En fin, que mi futuro más cercano es estar en un pasillo tiritando de frío y preguntándome cuando se acordará el cirujano de mí.

Pues yo tenía una profe de latín que cuando no llevaba las gafas no oía, supongo que tenía una extraña conexión entre la vista y lo oídos que los demás no poseemos.

Ángeles dijo...

Pobrecita mi loque, lo que tuvo que padecer: hambre, aburrimiento, desinformación, médicos guapos... No puede ser, yo que tú no me ponía malita nunca más.
Hazme caso.

Lillu dijo...

Yo no sé por qué, pero los hospitales y sus avatares siempre dan unas ideas maravillosas para escribir en blogs y contar anécdotas a los amigos en el café. Y eso que a mí nunca me han operado de nada, que yo recuerde, pero estoy segura de que si pasara por el quirófano también estaría pensando en cómo contarlo luego :P Aparte de fijarme en los médicos guapos, claro está, que eso es obligado.

saluditos!

Isi dijo...

jajaja ya tuve que subir en la entrada porque me parecía que era cirujana la mujer que te atendió en el preoperatorio.
Ay madre, qué nervios, y tú sin las gafas!!!
Pues la verdad es que no sé cómo lograron operarte, con tantos corazones que conquistar entre el personal y tal, yo creo que ya no les queda tiempo para más. Pero se ve que tú eres especial.
Si a alguien se le ocurriera leerme el Hola minutos antes de que me operen, creo que robaría algún objeto cortante de quirófano y lo sacrificaría allí mismo!!
Oye, y tu camillero no te chocó la camilla con todas las esquinas del hospital? Es que cuando yo tuve el accidente, el mío sí. Será que no le enseñé el ombligo y claro, no te hacen trato de favor si no lo enseñas... O igual es que era él el que no llevaba las gafas...

Y gracias por pensar en nosotros en esos momentos tan delicados :))

loquemeahorro dijo...

Blackmount ¿Tu nevera no hace esas cosas? Ummm, debe ser un modelo defectuoso. Pero por lo menos comentará contigo las películas de la tele y dirá cosas como "Este no hacía de hijo mayor en Aquellos Maravillosos Años"??

Es verdad, tenía que haber dicho que era Ursula May o Barbara Sue o cómo se llamaran, que no recuerdo.

Carmina Di que sí, si puedes, sigue conservando todos tus órganos, es un consejo que lamento que no me dieran antes

Gracias!!

Isabel Hernández Vaya, siento haber mencionado la soga en casa del preoperatorio.

No te preocupues que yo tuve un poco de mala pata porque me hicieron esperar mucho, pero si me hubieran pasado a tiempo al quirófano, me hubiera dado un poco igual, porque una vez que te duermen, todo es de color de rosa (si eres Barbie, en mi caso, ni uno ni otro).

Lo del ombligo es porque iba a ser laparotomía, pero así entre nosotras, te diré que no creo que hay un ombligo especialmente malo para ese tema. Yo creo que me querían ver el refajo.

Ánimo y cuéntanos qué tal sale todo!!


Ángeles No, no, no eran guapos g.a.d., si no, no estaría aquí contándolo, sino en Entre Fantasmas.


Lillu De toda la vida, en los ambulatorios siempre había unas cuántas señoras contando sus operaciones de vesícula ¡¡Ahora entiendo por qué!! Yo, mismamente, solo me operé para poder contarlo después.


Isi Yo también pensé que era mujer, la verdad, claro que la segunda vez como no llevaba las gafas ...

Como no eran guapos, se centraban en operar (menos mal). A mí el Hola me relaja muchísimo, así que encantanda, ojalá me lo hubiera podido bajar al pasillo ese tan concurrido.

Yo, esta vez no me chocaron con las esquinas! curiosamente sí me pasó en el otro hospital, pero este camillero tan alegre era un profesional.

Era él quién no llevaba gafas, qué bueno!

Uno dijo...

Qué indefensión tan grande, ahí, sin ver, tumbada, a merced de todo el que quisiera parar a echar un rato. Espero que nos hables mas de Vesícula ahora que ya no está y que has sobrevivido para contarlo.

Un abrazo

loquemeahorro dijo...

Uno Oye, en serio, qué interesante debían ser datos médicos, que todo el mundo le echaba un vistazo.

Jo, es verdad, es de mal gusto hablar mal de ella ¿no?

mientrasleo dijo...

Jajajajajajaja al menos no te ha empujado la camilla un celador que va diciendo línea amarilla, línea amarilla, línea amarilla... y te aparca en línea amarilla la camilla hasta que estiras el cuello y ves que es la que guía a quirófano.
Dan para mucho los hospitales
Besos

Pilar Abalorios dijo...

Ya me río yo por tí, no te tiren los puntos.

Cuidate guapa.

loquemeahorro dijo...

MientrasLeo Línea amarilla? Ay, me suena a algo que vi hace muchos años, pero no caigo ¿qué era?

Pilar V Es verdad, los puntos, qué rabia, no te puedes reír. Afortunadamente pasó hace meses, pero recuerdo aquello de "No me hagas reír, los puntos, los puntos!"

Ganchitos dijo...

El mundo de los quirófanos, los médicos y los hospitales es terrorífico, pero tú parece que te lo pasaste pipa.
Ah, y tienes un premio aquí: www.ganchitosamigurumi.gmail.com
¡Felicidades!

loquemeahorro dijo...

Ganchitos Amigurumi Ya me lo dijo el camillero "con alegría" y yo le hice caso porque me imponía mucho.

Muchas gracias por el premio!! Ya lo he visto en tu blog y la pregunta es ¿cuándo recibiré esa taza y esos muffins en mi domicilio?

Yo soy un poco inútil para seguir esto de los premios, pero te lo agradezco de verdad de la güena.

Y cola-cao, por supuesto cola-cao!!!

Jane Jubilada dijo...

Me olvidé de contarte que cuando le fui a enseñar a una compañera mía lo bien que me había quedado la cicatriz del ombligo, me dijo que ni se me ocurriera, que no sé qué pasaba con todos los operados de la vesícula con laparoscopia que todos querían enseñarle la barriga, y que lo último había sido un taxista con la barriga toda peluda diciéndole "Mire, mire, señora, qué cicatriz más mona..."

loquemeahorro dijo...

Jane Jubilada Jo, me siento una marginada, yo no se la he enseñado a nadie, así en plan exhibición artística.

Bueno, no se las he enseñado a nadie, en plural.

exseminarista ye-ye dijo...

¡Qué casualidad, yo también uso las gafas para leer! Quizás por eso me sorprendió que, en una operación, mía, no de vesícula que ésa la tengo en su sitio a no ser que naciera sin ella, me dieran a firmar el consentimiento informado cuando estaba aparcado en la camilla y sin las gafas.

Vamos, que porque salió bien porque si no les podía sacar los cuartos, lo cuál habría venido muy bien la verdad.

Salud y eso.

loquemeahorro dijo...

ExSeminarista ye-ye ¿También usas las gafas para ver? Pues somos una minoría, que lo sepas.

¿Te dieron el consentimiento ya en la camilla y sin ver nada? Seguro que eso pasó en el hospital de Anatomía de Grey, porque estaan todos ocupados en sus concupiscencias y no se acordaron de nada hasta el último momento.

Unknown dijo...

Lo que me he reído con este post! Los puntos de Amena de 2005 jajaja, el papelito, los lentes, el doctor o doctora? Para mí que estabas viviendo una escena del final alternativo que ALmodóvar decidió no poner (menos mal porque hubiera sido una mierda de final) en La piel que habito, en la que ya el/la chic@ vuelve a ser chico otra vez y se hace médico para vengarse.
Sí, ya sé, no soy graciosa, jejeje, para eso te tengo a ti!

A leer la segunda parte!
beso

loquemeahorro dijo...

Madre Exilio: Muchas gracias!!

Hubiera sido un final mucho más impactante, dónde va a parar. Aunque siempre se puede hacer una segunda parte, o una tercera, si decide volver a cambiarse de sexo.

mientrasleo dijo...

Aquí entras por el hospital y hay líneas en el suelo, van por colores, como los box o los quirófanos y te dicen, sigue la roja, la verde, la azul... y si te toca la amarilla... siempre pienso en el prohibido aparcar. Asociaciones raras, hija
Besos

loquemeahorro dijo...

MientrasLeo Áaaaaaaangela María!

JuanRa Diablo dijo...

Lo que más me gusta de leer blogs es que siempre se aprenden cosas.

¿Así que tu sin gafas no ves?

Aaaaandaaa qué cosaaaas!

Si alguna vez me operan, me hace ilu lo de ir en camilla (¡Cómo que cama! Camilla, ¿no?) ver pasar las luces del techo como en las pelis.
Yo si no voy a ver luces que no me operen.

loquemeahorro dijo...

JuanRa Diablo Sé que lo de las gafas es muy sorprendente y que lo normal (en una peluquería) es que las llevas para que la nariz no se sienta sola, pero así es.

Oye, que te juro que era la cama de mi habitación, una cama muy maja,por cierto.

Casi mejor no ver las luces y que tampoco te operen, no? Bueno, si se puede escoger.

Anónimo dijo...

Loque:
lo bueno es que la historia termina bien, porque has podido escribir esta entrada...

Eso de pasar frío en el pasillo y que no sepas a qué hora te pasarán es peor que el post-operatorio. Si no te habías puesto nerviosa, ahí te pones seguro.

¡Y pensar que en esos momentos tan terribles pensabas en nosotros, tus fans!

Prometo que si vuelven a operarme de algo, voy a poner en los papeles que todo mundo leerá que vengan a visitar tu blog ;-)

cuando yo tuve a mi tercer hijo, no me atendió mi papá (que si me había atendido los primeros dos partos) y nunca reconocí al cirujano (se supone que veo sin gafas pero reconocer rostros me cuesta un montón, y con el gorro y el tapabocas pues nomás le veía los ojos). Me puse a llorar ahí porque creí que me habían cambiado de médico al último minuto. No sabes el escándalo que le hice luego a mi papá por no haber querido operarme :(

Un beso,
Ale.

loquemeahorro dijo...

Bibliobulímica Pues eso es lo que me pasó, que iba más o menos tranquila, pero después de media hora en un pasillo no conserva los nervios ni Chuck Norris.

Yo también tenía que haber llorado!! (a ver si así me hacían caso) y de paso que me explicaran si mi cirujano se había cambiado de sexo, o no.