No soy Doctora, pero ya me gustaría (II)

En esta segunda parte seguiré contando anesdotillas, pero recordando que entre esta entrada y la anterior, solo hay una historia real, y os pido, además de que me digáis que el post os entusiasma, cuál es la que de verdad me pasó.

Además, si se os ocurre algo en lo que también os ahorréis, además de en psicoanálisis con este blog, durante un tiempo el título escogido por Doctora aparecerá en la cabecera.

Por ejemplo "Lo que me ahorro en psicoanálisis y Ginebra Lirios."

Sí, he dicho Lirios, no Larios, o sea que os lo ahorráis en garrafón.

En la tercera entrada desvelaremos la verdad (cha-chaaaaaaaan)


4) Fui enfermera de dentista

Vale, lo fui durante cuatro días o tres, pero lo fui.

Resulta que la hermana de una amiga trabajaba en la consulta de un dentista y necesitaba que alguien la sustituyera mientras hacía un curso de no sé qué. Iban a ser unos pocos de días solamente, aunque quién te dice que aquello no podría ser el comienzo de una fulgurante carrera en el mundo de la endodoncia.

En todo caso, estaba estudiando y un poco de dinero me venía maravillosamente. Es triste, pero estoy pensando que mientras escribo estas palabras, llevo cotizando más años que El Oso y el Madroño juntos, y un poco de dinero me seguiría viniendo de perlas.

Continúo: Al dentista le parecía bien y además ya me conocía y le caía bien (hay gente para todo).

Durante unos días fui a aprender y me hablaban de cómo preparar la amalgama o no sé qué y yo toda feliz, imaginándome un brillante futuro profesional, con mi batita blanca y mi pelito recogido, porque me acuerdo perfectamente de que mi predecesora me dijo

- Al dentista se viene de paciente con el pelo suelto, y a trabajar, con el pelo recogido.

¿En qué parte de la corteza cerebral se graba esto, que todavía lo recuerdo cada vez que voy al dentista?

Como el cuarto día, nada más llegar, la chica a la que iba a sustituir me dijo muy seria que había un problema.

Por encima del dentista estaba el director del centro médico en el que estaba la consulta, y cuando le había dicho que se cogía un par de días, no le gustó nada, ni siquiera cuando le dijo que ya tenía una sustituta.

En todo caso, iba a venir más tarde y conocerme, a ver qué le parecía o algo así.

Recuerdo que efectivamente, entró en la consulta, me miró y se fue. No sé si llegamos a cruzar una o dos frases, pero vamos, le debí causar una gran impresión, porque dijo que no volviera nunca jamás y que me desterraran del reino. Después de esto vagué por la tierra media durante... Vale, quizá esto último no sea literal.

No había pasado tanta vergüenza desde el día que el regidor me dejó sentada.

Espera, si solo una de estas es verdad. Alguna de las vergüenzas, no la pasé ¿no?

5) Trabajé en un sex shop

Como alguno sabrá, voy por la vida diciendo que soy informática, cosa que es completamente falsa, y si no, probad a preguntarme qué ordenador os podéis comprar, y ya veréis lo que ocurre.

Vale, lo que sí es verdad es que estudié programación, y que al acabar, buscaba trabajo como cualquier colibrí en mi situación.

Sí, he dicho como un colibrí. Los famosos colibríes programadores, quién no los conoce, salen en los documentales de La 2 de después de comer, si no os suena es porque:

a) Sois los únicos españoles que NO ven "los documentales de la dos"

b) Sí los veis, pero no os habéis enterado, porque siempre salen al final y sois de los que se quedan dormidos siempre, justo después de que el león del Serengueti y la leona del Serengueti hayan hecho sus cositas para que nazcan más leoncitos y se puedan seguir produciendo esos documentales y los ñus y las gacelas Thompson sigan muriendo cruelmente.

Parece triste, pero los ecosistemas son así, hay que asumirlo: Un herbívoro debe morir para que un documentalista pueda pagar su hipoteca y un programador de La Dos no se tenga que devanar los seos, pensando que poner a esas horas. Es lo que se llama el ciclo de la vida.

Volviendo a mi propia manera de subsistir, como no podía pasar por lanzarle un mordisco en la cacha a una cebra, buscaba trabajo de todas las maneras posibles, incluyendo el clásico "Oye ¿Tú no sabrás de nadie que necesite a una colibrí recién titulada, verdad?".

Hasta que resultó que sí, que alguien tenía unos amigos con una pequeña empresa, que necesitaban renovar su programa informático.

Para abreviar diré que necesitaban a alguien que les prepara el nuevo sistema y ya está. El dinero me venía de perlas (qué deja vu, por Dios) y mientras lo hacía podía seguir mintiendo miserablemente en los currículum y en las entrevista.

El programa además no era muy difícil, parecía más o menos el ejercicio que todos hemos hecho en clase, el de "biblioteca" o el "video club". Vamos, que parecía que hasta yo, sería capaz de hacerlo con mis dos alitas.

Lo único era que el pequeño negocio era una cadena de sex shops, eso no sería un problema para mí ¿Verdad?

No, no, qué va, para nada, si yo soy súper moderna y he visto de todo.

Contesté yo súper ofendida, con una falsa sonrisilla de seguridad mientras pensaba en que:

a) Necesitaba la pasta

b) Jamás admitiría que era posible que hubiera visto muchas cosas en la vida, pero ninguna era un sex shop por dentro.

Inciso: Estoy pensando que sí que he visto cosas en la vida. Aaaaaay (suspiro de persona que "ha vivido mucho"), sobre todo estaciones de metro, estaciones de metro he visto un montón.

Tendría que ir a una de las tiendas para la "toma de requisitos", es decir, para conocer más o menos cómo funcionaba el negocio, y recoger los datos que necesitaría para hacer la aplicación.

Y allá que fui, los dueños eran dos chicos (entonces hubiera dicho "señores") de unos cuarenta y pocos años, muy correctos y con buen aspecto. No os imaginéis para nada que eran dos tíos mal afeitados parecidos a Fernando Esteso en horas bajas.

Si es que alguna vez Fernando Esteso tuvo horas que no fueran bajas.

Bueno, pues que allí que fui, y todo muy normal, muy profesional, muy correcto, explicándome esto y aquello, por ejemplo, la clasificación de los productos. Eso sí, en este caso, los productos eran muy particulares.

Recuerdo que empezamos por las películas. En los ejercicios de clase siempre se clasificaban en géneros como drama, comedia, acción, ahí tenían géneros muy diferentes. Noooo, no pienso decir que de acción también había.

Y yo muy seriecita con mi cuaderno recién comprado y mi boli bic, tomando notas de todo, como si a mí todo eso me pareciera de lo más corrientito, y asintiendo a todo cuando me explicaban las cosas.

Todavía cuando voy a una reunión de trabajo, y veo a uno que para de asentir como si ya supiera todo lo que le están explicando, pienso "Mira, otro que está puesto en el mundo de las parafilias".

Fui unos pocos días a que me explicaran cosas, hasta que me llamaron de uno de los 20 sitios donde había hecho una entrevista y me ofrecieron trabajo.

Como tenía que empezar en seguida, para poder pasarme casi 10 días sentada en una mesa sin ordenador, leyendo especificaciones, tuve que dejar el otro proyecto.

Cuando les expliqué a los dueños de "los locales" (ellos siempre los llamaban así "los locales" que al parecer lo de "sex shop" estaba prohibido decirlo o era un término como de profanos en la materia) lo que ocurría y que no podía seguir, una vez más fueron muy educados y me dijeron que lo entendían, y que suerte, etc...

Ah, como yo no tiro absolutamente nada, el cuadernito en cuestión siguió dando vueltas por mi casa durante mucho tiempo, y recuerdo haberlo abierto más de una vez, sin acordarme de lo que tenía ahí apuntado y quedarme durante un segundo alucinada al ver, escrita con mi letrita infantiloide, cualquiera de los "géneros" de las películas, pero no diré más porque este blog es apto para menores, porque no quiero tener según qué búsquedas y porque, porque... porque hasta aquí puedo leer.


(Continuará y se acabará y la solución se dará)