Hace muchas décadas, tuve una compañera de piso que era norteamericana.
Ea, ya está, ya se ha acabado la anécdota ¿Qué pasa? Nadie dijo que tuviera interés ningúno.
Vale, seguiré, pero luego no me digáis que es muy larga la entrada.
No sé por qué cuando, en aquellos tiempos, le contaba a la gente que mi compañera era de yuesei, solían imaginarse a una atractiva rubia de larga melena que movía de forma sinuosa, cuando salía de su hermandad.
Y que se había traído hasta Madrid su ondeante melena y su jerseycito rosa sobre los hombros (cuando eres pijo, los hombros se enfrían mucho más que cualquier otra parte del cuerpo, como es bien sabido)
Y aquí viene la enseñanza de esta historia: Cuán grande puede llegar a ser la distancia entre ilusión y realidad.
Pues no, esta muchacha no pertenecía para nada a ese estereotipo, y su look, menos. Pero como no tengo a mi disposición documentos gráficos que lo acrediten, os contaré un breve intercambio de impresiones que tuvimos en aquellos tiempos.
Un día de esos tontuelos de otoño, le comenté que no sabía qué zapatos ponerme porque con los de invierno pasaba calor y con las sandalias frío, me contestó:
- Pues ponte las sandalias con calcetines.
Ya está, ya lo he dicho, sé que ha sido duro, pero hacía falta: Sandalias con calcetines. Supongo que blancos, como de tenis.
Resumiendo: Además de una falta total de sentido de la moda, poseía esa cualidad de la que tanto alardean los clientes de Ing Direct: Ahorradora.
Peligrosa combinación a la hora de vestirse.
¿No pensais que fuera para tanto? Vale, pues os diré que:
1) Tenía dos hermanas.
2) Ambas hermanas se casaron, con algunos años de diferencia, una de ellas con un señor con sombrero vaquero (no viene a cuento, pero es que me he acordado)
3) Fue a la boda de sus dos únicas hermanas con el mismo único vestido.
Perdón, perdón, creo que he cometido un error: Con el mismo único horrible vestido.
Creo que fue el mismo que llevó la mujer del pastor O'Malley a aquel picnic en 1943, que hasta su marido, le dijo "Barbara Mai ¿Es que no tienes algo más alegre?".
Yo me imaginaba a la familia ordenando fotos, una tarde cualquiera, años más tarde:
- Esta foto es de la boda de una de las niñas... ¿de quién?
- No sé, reconozco "El Vestido de las Bodas" de Susan, ahora lo que me faltan son pistas para saber CUÁL de las bodas fue.
La verdad, a mí estas historias ya me sorprendían poco, porque la más cruda realidad se mostró antes mis ojos, cuando la ínclita llevaba unos pocos días en el piso y hablando de cualquier cosa que no venía a cuento, me dijo:- Yo prefiero las bragas de algodón.
No sé de qué os sorprendéis, es un tema como otro cualquiera para hablar en tu nuevo piso compartido, ya se sabe:
- Bueeeeeno ¿y hay algún Mercadona por aquí cerca? Por cierto ¿sabías que prefiero usar bragas de algodón que de lycra?
- Precisamente te lo iba a preguntar ahora mismo, porque llevas ya tres días en el piso, y tengo una pregunta que me carcome "¿Cuál es tu opinión sobre la ropa interior de fibras sintéticas?"
Volviendo a nuestro piso, después de esa declaración, yo le contesté
- El tema de las bragas, interesante donde los haya.
Mentira cochina, yo nunca digo esas cosas, y entonces que era joven y que no iba camino a ser la señora que se cuela en el bus, solo contestaba cosas muy correctas, así que si hay algún amante de la veracidad en la sala, que sustituya mis líneas por varios "Ah ¿sí?. Vaya, Ummm..."
Volvamos a cómo continuó Susan, porque sus líneas, son reales:
- Pues sí, prefiero el algodón, es que no me gustan nada las bragas de otro tipo.
- Aaaah, ya ¿No te han enseñado en clase de castellano a hablar de algo más interesante? No sé, algo del tipo "Me llamo tal, tengo tantos años, tengo dos hermanas y voy a sus bodas con la misma ropa..."?
- Y en Estados Unidos, es dificilísimo encontrar bragas de algodón.
- Mira, una cosa que jamás me he preguntado sobre ningún país del universo, me lo apuntaré por si me presento a El Tiempo es Oro, y en Su Tema, puedo escoger "Bragas del Mundo".
- Y fíjate, un día estaba yo con mi madre intentando comprar bragas de algodón...
- ... me pregunto si esta no es la peor manera de empezar una anécdota
- Y me dijo que las que había eran carísimas
- Y en tu familia sois de poco gastar ¿A que sí?
- Pero que curiosamente, lo que llevan los hombre ¿cómo se llama?
- Cromosoma Y, creo.
- Ah, sí, calzoncillos, pues que los calzoncillos son de algodón 100% y mucho más baratos.
- Creo que no me gusta cómo va a acabar esta historia
- Y entonces, me compré unos cuántos que de algodón y muy baratos.
Exclamó muy feliz, mi compañera ultramarina.
- Todos nos dejamos llevar por compras impulsivas a veces.
- Y desde entonces, solo compro esos calzoncillos.
- Y yo que creía que lo peor de tu ropa ya lo había visto, ahora lo de las sandalias con calcetines, me empieza a parecer mejor...
Ah, si creíais que iba a decir "¿Y esto, por qué me lo cuentas?", os diré que la respuesta estuvo ante mis ojos, un par de días más tarde, cuando tendió la primera colada.
Ante mis ojos, y ante los de cualquiera que viniera al piso, porque el tendedero estaba (oh, desgracia) en la terraza del salón.
Así, un día, una amiga me dijo:
- Me parece bien que venga el novio de Mª Carmen (la "tercera muchacha"), pero hombre, que le hagais la colada...
- Querrás decir que venga su padre. Porque estos ¿cómo se llaman? Ah, sí, calzoncillos, blancos, son "modelo de padre".
Venga, si todos los conocemos: Tan resistentes como antieróticos. Que sí, esos que son buenísimos como trapos, venga, para limpiar cristales son únicos.
Y al parecer, muy baratos, mucho más que comprar trapos, yo de hecho, estoy por comprarme 20 y dejar de comprar bayetas (que total, viene a ser el mismo razonamiento)