Hola amigos, bienvenidos a nuestra serie de apasionantes documentales antropológicos con los que llenar las siempre difícil franja horaria de la tarde en La Dos y alguna que otra horita de clase de “Conocimiento del Medio”.
La especie humana adopta extraños comportamientos y convenciones de difícil explicación, y si no veamos qué ocurre en el hemisferio norte, en los días inmediatamente posteriores al solsticio de invierno, cuando especímenes de todo tipo y condición se reúnen y comparten cantidades desopilantes de comida y bebida.
– Oye, que desopilante es que causa mucha risa.
– Bueno si a mí me causa mucha risa haberme puesto cinco kilos en quince días es cosa mía ¿no?
Contemplemos los pues, tras una opípara comida, reunidos para rendir justo homenaje al elemento central de sus vidas y su cultura: la tele.
– ¿Y qué pondrán esta noche?
– Déjame que adivine -exclama un individuo con los pulgares de una mano puestos sobre la frente, los ojos cerrados y la otra mano extendida frente a sí - ¿A que sale Raphael?
– Oye, en serio ¿Qué ocurre con Televisión Española y Raphael? ¿Si no le incluyen en la programación navideña se despiertan con una cabeza de caballo en la almohada?
– Lo que yo no entiendo es lo de José Luis Moreno y los especiales de Nochevieja ¿De verdad hay peores maneras de empezar el año que viendo ese pelo tirante de Juncal Rivero?
Se interrumpe al ver como a su cuñado le flaquean las fuerzas y se le doblan las rodillas al tiempo que los ojos se le salen de los ojos.
– ¿Te has puesto malo, Antonio?
– No, no me pasa nada – explica el interfecto ya sentado, mientras le abanican - es que me he imaginado que me despertaba con la cabeza de Monchito en la cama.
– Calla, hombre, que estamos haciendo la digestión ¡Por favor!
– Menudo susto que me has dado, había pensado que algo te había sentado mal y teníamos que explicar en Urgencias todo lo que habíamos comido.
Vuelven a centrarse en la inmensa pantalla hacia la que están orientados todos los muebles del salón.
– ¿Cambiamos el canal? Aquí llevan de intermedio desde los empezamos a comer
– Antes de que empezáramos a comer... creo recordar aquellos tiempos, sí.
– No quitéis los anuncios, por favor, que estoy intentando averiguar qué perfume le hará más ilusión a mi suegra. ¿Uno en el que sale Giselle Bunchen yéndose de juerga en color, o otro en el que sale Giselle Bunchen yéndose de juerga en blanco y negro? Oye, que es una difícil decisión.
– Pues yo ya tengo el regalo de mi suegra de este año: el aparato ese que te lima los pies.
– Sí cariño, creo que este año te superas con mi madre. Le va a hacer tanta ilusión como cuando le regalaste el peso para el baño. Ahora ya no va a saber si eres su yerno favorito porque la has llamado gorda o le has dicho que tienen juanetes.
– Cómo eres Maricruz, no lo hago por eso.
– No, lo haces porque los callos unen mucho a una familia.
– … es para los Reyes.
– Que llevaron en sus alforjas oro, incienso y limas de callos ¿no?
– Claro tonta ¿no ves que la gente entonces llevaba mucho sandalias y cuidarían mucho esos detalles?
El invitado conciliador, siempre hay uno en cada reunión, pasa el canal y se escucha una sintonía que a todos les resulta familiar.
– Mirad, ponen Juego de Tronos
– ¿Qué temporada?
– ¿Quién sigue vivo?
– Pone “Segunda temporada. Especial Navideño”.
– No me lo puedo creer, si en “Canción de Hielo y Fuego” no hay Navidad.
– Ya salió el que se ha leído los libros.
– Bueno, tienen dioses y eso ¿no? Podían celebrar algo... no sé... A ver ¿Qué dioses tienen? El Ahogado, el Silencioso...
– …Mudito y Gruñón!
– ¿Y cómo lo anuncian? ¿“Se acerca el invierno.... más entrañable”?
– Chisst, que ya empieza.
“Un gran salón de la Fortaleza Roja. Interior, noche. Cersei Lannister entra con varias de sus damas y se encuentra con su padre, Twyn Lannister.
– Padre – dice con tono respetuoso, al tiempo que hace una reverencia.
– Hija, veo que esta noche llevas un vestido talar de hilo de oro.
– Ummm, pues así es.
– Y veo que seguís siendo rubia, como en la escena anterior que pasaba esta mañana.
– Sí, padre, sois muy observador, sin duda.
– Lo digo porque a George RR Martin le gusta mucho explicar cómo te queda la túnica y cómo te ciñe y eso...
Les interrumpe Tyrion Lannister que entra en la estancia y saluda de forma correcta aunque con gesto burlón a ambos.
– Tyrion -contesta su padre con gesto adusto - te veo muy mejorado, ya no eres deforme, ni tus ojos son de diferente color, ni tu pelo raruno, ni tienes una cicatriz que da miedo.
– Es lo que tiene la serie, que salgo muy favorecido.
– Aún así, creo que no quitaré el gesto adusto que pongo siempre cuando te veo, y cuando no, también, la verdad sea dicha.
Tywn Lannister hace una pausa dramática para que veamos que miradas de odio mal disimulado se lanzan la rubia con la túnica en hilo de oro y cuello y puños de … (que sí, que en los libros lo dice cada vez que aparece que si la túnica es así o asá, comprobadlo si queréis).
– Hijos – continúa el padre, por eso dice “hijos”, no sé si se habrá notado. - Hijos, como sabéis, hoy celebramos con una cena opípara y un montón de copas de vino, que adoramos a unos dioses que ahora ya no me acuerdo si eran los nuevos o los viejos. Así que sentémonos a la mesa e intentemos tener una noche “de paz” (sutil guiño).
Los tres se sientan a la mesa y los criados van llenando las copas y sirviendo las numerosas viandas – que es como se dice “comida” en los Siete Reinos - que llenarán la mesa del palacio, como casi todas las noches, en realidad, que para eso es un palacio.
El padre toma la palabra en tono solemne y dice, con gesto torvo (es un papel que exige muchos registros interpretativos):
– Es triste que en una noche como esta no estemos todos juntos y no pueda brindar con mi único hijo varón con el que no pongo cara de estreñido, Jaime.
– Lo sentirás mucho ¿Verdad Cersei? -pregunta Tyrion en un susurro a su hermana. - Ya sabes porque tú y Jaime...
– ¿Por qué cada vez que hablo con alguien, hasta con mi lavandera, desde que acabó el primer libro (y/o temporada) me recuerdan lo mismo?
– Es que hay que reconocer que es de lo más escandaloso
– ¿Y la de gente que nos hemos cargado? No sé, a lo mejor es un poquito más escandaloso, digo yo.
– Bueno, mujer, es que aquí matamos a dos o tres por capítulo del libro y en cada episodio de la serie, por lo menos dejan de pagar quince nóminas.
– Por cierto ¿Sabes quién más de los Stark cae esta temporada?
Se oye el grito atronador del padre.
– Basta ya de cuchicheos, y no me hagáis espoilers, que me sienta fatal.
Se produce un silencio tenso que los hombres ocupan en dar buena cuenta de los numerosos manjares (¿a que ha quedado de lo más aparente?) mientras Cersei se aburre mucho porque no come nada, que si no no tendría ese tipín y no le quedarían tan bien las túnicas esas en hilo de oro que ciñe con ...
– ¿Y cómo van las cosas por el campo de batalla, padre? ¿Todos siguen temiendo al león de los Lannister? -pregunta la de la túnica de marras.
– Te diré... así, así, en todo caso me alegro de que hayas dicho lo del león de los Lannister, que llevábamos mucho sin decir.
– Disculpe padre, los pequeños ya están en la cama, o eso me creo yo que no los veo hace tres capítulos, pero si lo desea, puedo llamar a la mesa a mi hijo mayor Joffrey, para que se una a nosotros.
El mayor de los Lannister cambia el gesto de adusto a temeroso.
– No, no, deja, deja, no te molestes, mejor que nos traigan el mejor, no sé …, ah, sí, el mejor vino espumoso que se puede conseguir en los Siete Reinos, lo he encargado ex profeso para esta noche y ….
Un hombre de confianza, habla confidencialmente con el patriarca de los Lannister y éste exclama enfurecido:
– ¿Cómo que no tenemos?
– Disculpe, pero se han negado a vendérnoslo, en Desembarco del Rey hay escasez y los precios se han disparado, está el kilo de angulas prohibitivo, ya nadie vende a cuenta.
– Pues dígales, que un Lannister... un Lannister siempre paga sus deudas -exclama el padre y mira a sus hijos buscando un gesto cómplice.- ¿No os ha hecho gracia? Pues en la Guardia de Palacio se partían.... ¡Qué familia!”
Mientras, en el salón donde los homínidos intentan digerir la opípara cena, alguien piensa “Bueno, si me parece tensa una cena en casa de mis suegros, ya sé que mucho peor sería en casa de los Lannister” y el desdichado Antonio, aún con los ojos como platos, no deja de repetir una y otra vez "¡La cabeza de Macario, no. La cabeza de Macario, no!"
Y
con esto, amigos, cumplo con el deseo de Mónica Serendipia que pidió
un episodio navideño de Juego de Tronos (cuando ganó el concurso de
hace un par de meses) y cumplo con mi entrada navideña y de año
nuevo (me temo).
Así que pasarlo muy bien, regalad mucho mi libro, digo... mis libros, que ya tenemos en papel "La librería a la vuelta de la esquina" y
¡¡¡MUY FELIZ NAVIDAD (calamar) Y A DOMINARLO
TODO EN EL 2016!!