Esto ocurrió
en otro momento y en otro lugar, pero yo, básicamente estaba haciendo
exactamente lo mismo: Esperar el autobús, que de hecho es una de las actividades
a las que dedico más tiempo en mi vida. Esta vez estaba sentadita (milagro).
Detrás
de mí estaba una chica muy joven. Yo por mí, la hubiera ignorado, porque en
este caso podía leer mi correspondiente libro, pero a esta muchacha era difícil
ignorarla, porque le habían subido el volumen, que hablaba con otro chico o
quizá un maniquí, porque al muchacho no se lo oía una palabra..
Era
fácil entender que estaba hablando de su nuevo trabajo, en un restaurante. Y
atención que no era un restaurante cualquiera ¿eh?
- Es
un restaurante to’bueno ¡Si van los del Atletic!
Famosos
gastrónomos, vive Dios
- Y
la Mercedes Milá y el Jimmy Jiménez Arnau
Cielos,
eso no es un restaurante, es el segundo círculo del infierno de Dante.
-
¡Que yo solo trabajo en sitios buenos! Que tengo buena presencia
Algo
tenías que tener mujer, por lo menos tienes una presencia “to’buena”
- Lo
malo es que tengo que llevar el pelo recogido
¿El
pelo recogido? ¡Dios, qué oprobio! Y encima en un lugar donde se maneja
comida?? A veces el mundo laboral te exige sacrificios innhumanos.
- Son
to’pibes (los compañeros)
Hagamos
un recuento, en ese restaurante trabajan: To’pibes y na’pibas.
Después
ya no sé de quién hablaba, un cliente, supongo.
-
Tiene 35 años, de joven ha tenido que estar to’bueno
Claro,
de joven, porque ahora con 35 añazos, que alguien lo pudiera encontrar
atractivo, sería gerontofilia, como poco.
- Dije
que tenía experiencia de un año y me dijo ¿en hostelería? y yo ¡Yo no había
cogido una bandeja en la vida!
Y se
tronchaba de la risa, como supongo que se rien los clientes cuando la ven
evolucionar con esas bandejas que no había cogido en la vida.
- Y
creía que me iban a decir algo, pero lo hacía todo de puta madre.
Pero
hablar no te piden ¿no?