miércoles, 20 de agosto de 2008

Los pelos de punta

El otro día fui a una pelu, muy lejos de mis habituales tierras de penumbra. No contaré por qué estaba por ahí, solo que pasé por delante, no había nadie y me pareció que tenía buena pinta, un poco en plan "no me ha dado el dinero para abrirla en Malasaña".

Solo estábamos el peluquero, una servidora y un perrillo pequeño que no se movía de su rinconcito, pero el hombre decidió animarlo con música y puso la radio, altísima, con un programa dedicado en exclusiva a la música house. House de verdad, no pseudo house, que lo dijo el locutor, un tal "Dj Nano".

(Pregunta: se puede tener ese trabajo y llamarse profesionalmente Federico, o Alberto, o Mari Cruz? "Esta noche, con vosotros Dijei José Antonio")

Cuando ya llevaba un tiempo razonable (2 Holas y un capítulo de mi libro) y ya tocaba quitarme el tinte (sí... lo confieso, me tiño, como José Manuel Parada, bueno, mejor espero), entró una chica a cortarse el pelo.

La cosa es que el peluquero decidió atender a la chica y dejarme con aquel emplasto en la cabeza. O sea: lavado, corte, peinado, secado... y yo con aquello en el pelo, aunque lo que me preocupaba era una línea cada vez más y más oscura, que se asentaba en mi frente y que empezaba a sospechar que nunca se borraría de ahí.

Si llego a saberlo, pido que me escriba "paz y felicidad" en letras hebreas, o el nombre de mi gata, o mejor la contraseña de red, que se me olvida mucho.
Pero encriptada, eh? Y me imaginaba con unos asteriscos en la frente.

Sí... casi me lo veía ya dibujado, quizá por estar oyendo house de verdad, que no pseudo house, que estaba todavía más alto que al principio y mis pensamientos empezaban a ser tan repetitivos como aquella música.

O pensaba en lo de los asteriscos, o me preguntaba como se pueden oir 2 horas seguidas de música y que solo sean 4 canciones (y unos 7 acordes).

No sabiendo ya que pensamiento me estaba conduciendo más rápido a la locura, decidí pedirle que bajara la música.

El chico la bajó (no mucho) y me preguntó por qué no lo había dicho antes.
- Por que no me hubieras oído.

Vale, no lo contesté, solo lo pensé.

En fin, que ahí seguí oyendo house y más house, que no pseudo house, un poquito más bajo, hasta que acabó de atender a la otra clienta y me tocó a mí.

Como sospechaba, cuando me quiso quitar aquella franja negra de mi frente, se había asentado totalmente y aquello no había quién lo quitara, así que probó limpiarlo con el típico producto que huele a rayos, pero a lo bestia. Tanto lo pasó y tanto frotó, que el color terminó por salir, pero con sangre, sudor y lágrimas.

El sudor corría de su parte, la sangre y las lágrimas de la mía, porque la frente me escocía entonces y ahora se me ha pelado (a pesar de que después me puso algo como vaselina).

Mientras se producía esta escena, entró otro cliente y se puso a hablar con él del perrito, al que le pidió que tratara con cuidado porque estaba en tratamiento con una psicóloga, para recuperarse del susto que se había pegado cuando casi le atropella un coche. (Yo solo voy a sitios así, con espectáculo añadido).

Bueno, por lo menos ya no quedaba más que secar y peinar. Me preguntó muy atento que como lo quería... supongo que por entablar conversación, porque naturalmente me peinó como le dió la gana.

Yo veía en el espejo que me iba pareciendo más y más a uno de los Ángeles de Charlie, vaaale... a una secundaria de los Ángeles de Charlie. Como mucho a uno de los últimos ángeles, que no los conocía nadie.

La verdad es que ya no tenía ganas ni fuerzas para decirle nada al hombre, además bastante tenía con lo del perro, la psicóloga y el house.

Cuando terminó no me lo podía creer, realmente podía entrar en Estudio 54 sin problemas! Cada vez que me miraba al espejo me entraba la risa ¿dónde hay una fiesta de los 70 cuando se necesita?

Al final, sin rencores, hasta acaricié un poco al perrito (después de preguntar si era un bulldog francés) y me despedí de él, diciéndole al oído que si tenía problemas psicológicos, abandonara el house, como mucho que pruebe con el pseudo-house.

6 comentarios:

César dijo...

Jejejejeje, por dios que me meo, que bueno!!!!
Lo de las peluquerías es la leche, yo cada vez que me tengo que cortar el pelo me paso varios días pensándomelo muy en serio. En más de una ocasión he pasado por la puerta de una en la que no habia casi gente, no me gusta esperar la verdad, y me he dicho, venga que en 20 minutos estas listo. Pero no, que equivocación, entro y lo primero que me preguntan, ¿que querías? Que la verdad con los chicos el 90% de las veces la respuesta es la misma, "cortarme el pelo", pero oye, igual un día me da y me quiero hacer unas mechas. Bueno, que me disperso, cuando me contestan, "pues tienes que esperar unos 40 minutos", yo miro a todos los lados, la peluquería vacía, dos peluqueras sentadas charlando de "mira tu lo que me dijo el otro día la Vane" más el que esta de pie, mirándome, esperando una respuesta, que justo antes de abrir yo la puerta lo único que estaba haciendo era hablar por el móvil y yo con cara de tonto preguntándome, por que demonios tendré que esperar 40 minutos. Me da que siempre que llego es la hora de descanso del personal, que digo yo, ¿no podían turnarse?
Claro que también esta el que cuando te sienta mete la maquina al 1 y luego te pregunta, "¿así esta bien?, que me entran unas ganas de decirle, "hombre, ya que se me ve el cráneo no te voy a decir que me lo reimplantes".

loquemeahorro dijo...

Gracias, gracias.

Esos 40 minutos es para asegurarse de que realmente te quieres cortar el pelo, para que te lo pienses mejor. Si después de tres cuartos de hora de aguantar esas charlas de peluquería, todavía te quedan ganas, es que tenías muchísimo interés en hacerte lo que sea.
De todas maneras el mundo de la peluquería está lleno de extraños misterios, como por ejemplo ¿por qué tan pocas peluqueras llevan gafas? Oye... en serio ... hay poquísimas :-)

maga dijo...

Madre mía, que peligroso se está volviendo teñirse!!. Hombre, cuando vas a cortarte el pelo siempre cabe el peligro de que se escape un tijeretazo y te quedes sin media oreja, pero nunca había oído a nadie que tuviera heridas producidas al teñirse!!!. Con lo poco que me gusta a mi ir a la pelu, me pasa esto y creo que no piso una jamás!.

loquemeahorro dijo...

Las peluquerías son peligrosísimas! Que se lo digan al perro que estaba en esta!!

luis dijo...

Quedas inmediatamente anotada como imprescindible y espero que alguien con más mano que yo te acabe dando trabajo como guionista de monólogos o diálogos con perro estresado. Sublime, ya digo.

Saludos de un conocido que tardaría más en explicarte el de dónde y el por qué de su nick que en llamarte, que para eso tengo tu móvil. Besos periféricos.
SPJ

loquemeahorro dijo...

Gracias amado público.

Me parece muy bien que utilices los comentarios para expresar tu buen gusto al apreciar este blog. Gente con criterio, yo siempre lo he dicho.

Que otros te lo dicen en persona y se lo lleva el viento y mientras todos los blogs llenos de peloteo al autor.

Pues ya sabes, a hacerme mucha publicidad entre tus contactos cibernéticos, personales o en la cola del mercado.

Y si alguién quiere contratarme como guionista o psicóloga de perros, ya sabe....

bss